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Las noches luminosas del American Bar

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    Situado en Bandera 808 cerca del vértice con San Pablo, al inicio de la cuadra de oro del "barrio chino" de la bohemia en Mapocho, el American Bar fue una sólida trinchera de diversión que combinaba características de fuente de soda, centro de espectáculos, café y restaurante. Se aparecía al paso del visitante como uno de los primeros de la cadena de establecimientos de ese tramo de Bandera que, en el costado poniente, alimentaron, iluminaron y mantuvieron las noches interminables de cervezas, cabaret, comidas a destajo, orquestas en vivo y copetineras paseando sus ya cansados atractivos entre los clientes.

El Café Ochoa de Puente esquina San Pablo

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Sala y barra de atención del público en el Café Ochoa, en el día de su inauguración, a inicios de noviembre de 1946. Imagen publicada en "La Nación". "Santiago cuenta con un nuevo y moderno salón de té", se intitulaba con optimismo en la prensa un inserto de naturaleza publicitaria, informando sobre la reciente inauguración formal del Café Ochoa sucedida el sábado 2 de noviembre de 1946. Esto se hizo con un evento de apertura, por supuesto, iniciado a las 20 horas en su ubicación de Puente 798 esquina con San Pablo. Era justo un día antes que el presidente radical Gabriel González Videla asumiera la primera magistratura, por lo que había cierto aire de celebración popular en la ciudadanía. En efecto, el Ochoa era uno de los establecimientos más modernos de aquel momento, al menos en el barrio Mapocho. Llegaba a ocupar la dirección que, hasta unos años antes, había pertenecido a la prestigiosa camisería y sombrerería Monterrey y a otros establecim

Osnofla, el desairado bufón con tragedia propia

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Luis Enrique Alfonso Mery tal vez fue más reconocible por el pseudónimo Osnofla , ese alias que hizo con su propio apellido invertido. Vividor y aventurero, vecino y parroquiano infalible del barrio Mapocho, sigue siendo reconocido hoy por algo más que un selecto puñado de investigadores del cómic chileno, entre los  que están quienes han escrito sobre él lo poco que hay disponible para reconstruir su vida. Nacido en 1899, Alfonso Mery era un señor gordito de mirada inocente, siempre vestido de terno y pantalones con tirantes. Llegó a ser un talentoso periodista satírico, poeta y caricaturista de la editorial Zig-Zag, contemporáneo y colega de algunos de los mejores exponentes del oficio en Chile. Solía firmar también como OSN , Love de Pega , Chiri Moya y Baudelaire Gutiérrez . Documentación reunida por el periodista e investigador Emiliano Valenzuela, familiarmente relacionado con él, confirmaría que figuró también como redactor de la revista “Topaze”, pocos años antes

Celebrando de amanecida en La Cabaña

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  Detalle con la imagen de la Swing Band de Saint Lorenz en La Cabaña, en aviso publicitario del año 1940. Dijimos en otros artículos que la dirección de Bandera 755, enfrente del gran Edificio Capuchinas, correspondía antaño a la Pensión Los Sports y después a un famoso club con bailables llamado Shangay. A pesar de la popularidad alcanzada en el período por aquel establecimiento, el salón de encuentro y celebraciones en el mismo lugar, situado en los altos y al que se accedía por una larga escalera, iba a experimentar una etapa todavía más exitosa dentro de la bohemia y el espectáculo santiaguinos. Sucedió que, durante un tramo de tiempo desde fines de los años treinta hasta inicios de los cuarenta, el Shangay fue objeto de cambios y mejorías importantes, entre ellos el de su propio nombre: pasó a ser ahora el music-hall nocturno y dancing La Cabaña, pequeña fantasía de estilo Broadway constituyéndose como otra de las primeras boîtes de Santiago por su actividad noct

Bailables interminables en el Shangay

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Imagen referencial de un salón de baile (IA). Un tiempo después de haber estado el centro social de La Pensión Los Sports en la dirección de Bandera 755, llegará hasta los altos en el mismo caserón ya desaparecido el llamado club Shangay, boliche que es señalado a veces como Shangai, Shanghai y Shangay Lily en ciertas reseñas. Este establecimiento producía similar hipnosis que las “filóricas” de Santiago que relevaban ya a las clásicas sociedades y salones de baile, ofreciendo un ambiente dominado por la música y, más secundariamente, por la ingesta sabrosa para el público, pero en torno a la propuesta principal de su pista de danza. Era, pues, la época de los famosos dancing clubs en la capital. Fundado por el músico bandoneonista argentino Ángel Capriolo, hombre de larga y profunda relación con la noche chilena, el Shangay vino a ser parte de la nueva propuesta aparecida en la ciudad, entonces, con los salones de danza moderna y con orquestas en vivo que desplazaron a las clásicas f

El Restaurante Patria: la casa del ciervo y el venado asados

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Avisos del Patria en el diario "La Nación", en agosto de 1952 y julio de 1953. Por varias razones -y con muchos ejemplos- la calle Rosas también se vio influida por el ambiente festivo y trasnochador de Bandera, al menos en sus cuadras adyacentes a esta arteria eje del "barrio chino" de Mapocho, hacia mediados del pasado siglo. Uno de sus negocios más curiosos de las mismas manzanas era el Restaurante Patria, ubicado en Rosas 1244 entre Morandé y Teatinos. Escribió del mismo restaurante el cronista gastronómico Pantagruel , pseudónimo que usaba en el diario "La Segunda" el periodista e infatigable buscador de buenos refugios para la vida, don Juan Rubén Valenzuela. Lo mismo hará después en este diario Emilio Bakit, recordando en 1989 a Pantragruel . Han sido fuentes importantes para repasar su historia. El dueño del negocio era Michael Limmer, alemán veterano y sobreviviente del infierno de la guerra en Verdun y Amiens, cazador experimen

Su majestad, El Rey del Pescado Frito

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Un avisto de El Rey del Pescado Frito en la prensa, celebrando en 1956 el aniversario del Combate Naval de Iquique. El Rey del Pescado Frito sentó su trono de escamas y aletas en Santiago el miércoles 31 agosto del año 1955, en el local comercial de Bandera 848. Era el mismo en donde había estado antes el restaurante y fábrica de pastas La Estrella de Chile y después una mueblería llamada York, esta última de no mucha duración allí. El reinado con sede detrás de aquella fachada azul fue anunciado por medios como "La Nación" y "Las Noticias de Última Hora", e iba a extenderse por 60 años, sobrepasando el período de apogeo de la bohemia mapochina y convirtiéndose en uno de los últimos exponentes o reminiscencias de la misma en esta calle, junto al cercano restaurante Far West ubicado por la fila de locales de enfrente, más cerca de la esquina con San Pablo. El dueño del establecimiento era don Lalo Vera, conocido cariñosamente como El Rey entre los pa

Las juveniles trasnochadas de Juan Uribe-Echevarría

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Juan Uribe-Echevarría hacia 1960. Imagen publicada en Memoria Chilena. Ya hemos dicho en este sitio que la pensión universitaria que la Asociación de Estudiantes Católicos tuvo en la dirección de Rosas 1165, a sólo pasos de la euforia desatada bohemia de calle Bandera. Hasta cuesta imaginar cómo podían conciliar el sueño en aquel vecindario. También dijimos que, a pesar del conservadurismo de la institución y de sus estrictos reglamentos sobre comportamiento y los horarios de llegada, estos jóvenes influyeron en la configuración del barrio recreativo de Mapocho. Ahora nos corresponde hablar de las correrías de uno de sus más ilustres residentes. E l entonces juvenil Juan Uribe-Echevarría, habitante del mismo pensionado, había nacido en 1908 en el hogar formado por Fernando Uribe Echevarría y Juana Uriarte, en la localidad de Guecho del País Vasco, España. Su familia se vino a residir a Santiago cuando aún era muy joven y así estudió en el Liceo de Aplicación y lue

Una fuente de soda con peluquería en Bandera 814

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Señores en una mesa. Imagen publicada en "La Nación", año 1918. El negocio recreativo de Bandera 814 tenía un antecedente desde 1917, cuanto menos: como cigarrería y peluquería, que eran propiedad de don Donato de Negrete y, más tarde, de su esposa Rosa de Negrete. Esta iba a ser una curiosa combinación de roles para un mismo par de locales pareados en la misma dirección: sala de entretención adulta, en el anexo, y salón de corte de pelo, en el espacio central. Es algo que podría decepcionar a quienes pudieran creer que el famoso boulevard de la Peluquería Francesa, símbolo histórico del barrio Yungay, fue el primero caso en ofrecer esta dualidad comercial. Ya en los años veinte, el negocio ofrecía también servicios e implementos para celebraciones particulares, especialmente para encuentros relacionados con bautizos y matrimonios. Parte de su oferta era la impresión gratuita de tarjetas e invitaciones para quienes requirieran del mismo. Vinieron después al

El Sansón del clásico vecindario junto al Mercado

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  Detalle de la fotografía de enero de 1935 en el archivo Chilectra, con el bar y restaurante Sansón en el zócalo del edificio hotelero de Mapocho. No sabemos si será coincidencia el que, además del bar Hércules en el sector de calle Bandera llegando a la actual Aillavilú (frecuentado por Pablo Neruda, Oreste Plath y Luis Emilio Recabarren, entre varios más), hubiese otro boliche del viejo barrio Mapocho llamado Sansón, a la vuelta de calle Puente con General Mackenna, en el zócalo del desaparecido Excélsior Hotel que se ubicaba en donde ahora está el acceso al Metro Puente Cal y Canto, enfrente del Mercado Central.

La Pensión Los Sports de los años veinte

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Aviso de una actividad de instituciones deportivas en la Pensión Los Sports, en "La Nación" del 21 de julio de 1925. Durante los locos años veinte, en la dirección de calle Bandera 755 de la vera oriente en la cuadra entre San Pablo y Rosas, había estado ubicada la llamada Pensión Los Sports, otro negocio de nuestro interés para la entretención mapochina. Esto es justo por el lado sur del “barrio chino”, muy cerca de su epicentro de hecho. Instalada cronológicamente dentro de la generación precursora de la vida social y la diversión moderna en esta calle, entonces, fue también un resultado de la influencia bohemia y aventurera de la vecina cuadra del 800. Aquellos comedores y salas de reuniones en la pensión sirvieron como lugar de almuerzos, banquetes y encuentros fraternos para instituciones tales como la Asociación Atlética de Santiago, especialmente hacia los años 1925 y 1926. También se valieron de su salón el General Borgoño F.C. y la Liga Obrera de Footba

La pequeña Italia del restaurante Regina

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Aviso del restaurante Regina en "La Nación", diciembre de 1927. La vida del restaurante Regina había comenzado en el Edificio Ariztía, inaugurado en 1921 en la conjunción de las entonces nuevas calles La Bolsa y Nueva York, a metros de la Alameda de las Delicias, cuando dicho inmueble era considerado el primer rascacielos del país. El establecimiento fue fundado por un conocido comerciante italiano de la época: don José Cattani, ex maître hotelero de gran experiencia, llegado a Chile en 1905 y quien participó de varios negocios culinarios y hoteleros, incluyendo algunos del barrio Mapocho. Fue el caso del desaparecido Gran Hotel Cattani de calle Puente enfrente del mercado, más conocido en su tiempo como el Hotel Excélsior. Cuando Cattani abrió al Regina en aquella primera ubicación, procuró publicitarlo como el restaurante más elegante y confortable de todo Santiago: "Visítelo Ud. y se convencerá que donde se prepara la mejor comida y hasta para los gustos m

Jorge Salazar: otro personaje de las noches olvidadas

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  Fotografía con la típica actitud e imagen de Jorge Salazar Torterono dentro de la Hostería Antoñana, cuando era el administrador del establecimiento. Desde fines de los cincuenta y durante la mayor parte de los sesenta, cuando la Hostería Antoñana aún era visitada por integrantes del círculo intelectual de regalones en Bandera 826, el administrador del establecimiento era otro conocido y divertido personaje muy apropiado para ese mismo ambiente nocturno del Santiago clásico: el elegante Jorge Salazar Torterolo, un bohemio pertinaz, amante de Gardel y con las más extrañas aventuras a cuestas, aunque después también haya caído en el más completo e insuperable socavón del olvido. Contador de profesión, fumador de carácter nervioso y con una pequeña tartamudez, era un hombre grueso pero de modales señoriales, al que siempre veía pulcramente vestido en terno blanco o gris oscuro, casi con una mixtura entre gánster de Chicago y émulo de tanguero porteño. Salazar fue el amigo

Andrés Sabella y la Logia del Tango

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Andrés Sabella en enero de 1943. Fotografía de Tito Vásquez, publicada en revista “Patrimonio de Chile”. Cliente honorario de la Antoñana, fue el fundador de la denominada Logia del Tango. Nacido en Antofagasta el 13 de diciembre de 1912, el poeta Andrés Sabella Gálvez visitaba tan seguidamente la Hostería Antoñana, de Bandera 826, que acabó siendo algo así como su mascota corporativa, más o menos. Su presencia asidua no extraña allí, pues vivió mucho tiempo en la cercana pensió n de San Pablo 1274, junto a otros personajes de nombres que serían igualmente ilustres. Siguiendo al dedo la costumbre de los intelectuales que llegaban de forma regular hasta aquel barrio, con colegas y amigos como Teófilo Cid, Juan Uribe-Echevarría y Rodó Vidal solía tener allí reuniones eternas de tertulia, amenizadas por un brindis tras otro. Varias amenidades eran recurridas en aquellos encuentros de la Antoñana, el Hércules y un café justo abajo del club Shangay. Se ha dicho que el menú o

Memorias varias de la Hostería Antoñana

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Publicidad para la Hostería Antoñana de Bandera 826, publicada a inicios de los años setenta, ya en sus últimos bríos de importancia dentro de la actividad bohemia local y cuando el “barrio chino” entraba en la irreversible decadencia comercial. En el lugar donde estuvo por décadas la Hostería Antoñana, hoy se encuentran las galerías del Centro Comercial Santiago-Bandera, en calle Bandera 818 muy cerca de San Pablo. Estos pasajes y corredores pasaron por un largo período de decadencia y desde no mucho después de ser inauguradas, siendo sinceros, pero parece que nuevos aires han intentado limpiar sus escalinatas, rincones y barandales interiores. La Antoñana fue otro de los cotizados y concurridos centros bohemios del “barrio chino” de Mapocho. El entonces distinguido rincón de alegrías tenía su dirección en Bandera 826, muy cercano a magnéticos lugares con la misma notoriedad noctívaga como su vecino el American Bar y, más al norte de la cuadra, el cabaret Zeppelin.

Dos centros alemanes en el imperio de Mapocho

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  Ilustración de un bar clásico. Fuente imagen base: sitio Biblio Blog. La luz de varios notables casos de evocación germánica en el barrio Mapocho atrajo como polillas a filósofos, artistas y escritores que circulaban por las inmediaciones del río, buscando entretenciones y armonías de fiestas que ya no existen o que se han descompuesto por completo. Y en sincronía con la manifiesta influencia o inspiración porteña reconocible en las noches derramadas sobre el barrio, este tuvo no uno, sino dos refugios con el mismo título del Club Alemán, como aquel que engalana la bohemia en Valparaíso. Aunque los Alemanes de la capital no sobrevivieron a la época a la que pertenecieron, la trascendencia de estos rincones fue grande como centros culturales, a pesar de la cantidad de años que llevan extintos.

Una Clínica para curar la sed

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Recreación gráfica de un viejo bar, más o menos como era La Clínica en cierta época de su larga existencia. Casi enfrente del alguna vez famoso restaurante Valparaíso, estaba otro negocio de barrio Mapocho con nombre curioso y una nutrida historia propia: La Clínica. De acuerdo a lo informado por Sergio Paz en “Santiago bizarro”, su vida inició cuando un conocido locatario en el sector del Mercado Central, don Pedro Dinamarca, instaló un casino en 1928 en el segundo piso de un edificio que pertenecía a la Sociedad Unión de Detallistas de Chile. El bar-restaurante había surgido de la necesidad de disponer un espacio con características de club social para el grupo, siendo llamado con el extravagante apodo de La Clínica casi desde su inicio. Aunque había otras creencias al respecto, el sobrenombre que pasó a ser su identidad propia provendría de un hecho concreto: en el acceso al edificio de la sociedad, había una placa presentando la clínica dental del Dr. Fontecilla que funcionaba en

Algo sobre el penoso oficio de las copetineras

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  "Piano Bar", obra de Alberto Sughi. Fuente imagen: sitio Pintores y Pinturas, de Juan Carlos Boveri. Entre los aspectos cuestionables de la vieja noche de calle Bandera, muchos en realidad, estuvo su cultivo y fomento a uno de los oficios femeninos más controversiales de la bohemia clásica: las denominadas copetineras , en algún momento muy populares en sitios como el American Bar o el cabaret Zeppelin. Quizá fue aquel otro matiz sombrío pero extrañamente pintoresco de la suerte de vida de puerto importada a los barrios ferroviarios de la capital. A pesar de haber sido personajes importantes para la identidad de las noches de Mapocho y en varios casos como presencias en verdad protagónicas, con servicios que algunos hoy creerían erróneamente parecidos al de actuales cafés con piernas o schoperías de chicas sexis de tierras mineras, tal ocupación tenía rasgos marcados de degradación; en cierta forma, incluso peor o más riesgosa que la prostitución. Y es que, cargando siempr

Las aventuras ribereñas de Mister Huifa

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  Renato González Moraga, Mister Huifa (1903-1989). Imagen reproducida por Arturo Flores Pinochet en “Semblanzas literarias”. “Soy de la chusma”, solía decir Renato González Moraga, más conocido por su pseudónimo Mister Huifa . Con esto, realzaba su extraño enredo de origen y destino con el populacho , pese a ser uno de los primeros periodistas deportivos realmente consagrados del país, además de futuro cronista y comentarista del Mundial de Fútbol de 1962. Fue querido, aunque él quería poco... Apóstata insoportable pero respetado, aunque a veces no respetó al prójimo con sus irreverentes comentarios, llegando a ladrar en la cara al no menos admirado Julio Martínez, medio en broma y medio en serio: “Felizmente, lo perfecto no existe, porque si existiera usted sería el perfecto imbécil” (ver “Las Últimas Noticias”, lunes 8 de junio de 2009).

Navegando por el Valparaíso del Huaso Adán

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  Homenaje al escritor uruguayo Manuel de Castro en el Valparaíso del Huaso Adán, 31 de marzo de 1937. Están presentes Salvador Reyes, José María Souviron, Lautaro García, Alberto Romero y Laureano Rodrigo. Fuente imagen: Archivo del Escritor, Biblioteca Nacional Digital. No quedan dudas de que el restaurante del Huaso Adán fue uno de los más tradicionales e importantes en la historia de barrio Mapocho, nutridamente visitado por vividores, escritores y poetas, pasajeros de los trenes y usuarios de  los varios hoteles o pensiones del entorno. Llegó a ser parte del legendario local, de alguna manera, pero por el lado de la calle General Mackenna, antes llamada Sama y, en sus orígenes, calle del Ojo Seco (pues pasaba por el "ojo seco" del Puente de Cal y Canto). Curiosamente, el boliche de narras se llamaba en realidad restaurante Valparaíso, en otra demostración o, cuanto menos, indicio de la influencia porteña que cargaba aquel enclave urbano en Santiago y

Dos esplendorosas vidas para el Zum Rhein

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Bandera 823, la dirección que fue del Zum Rhein cuando ya era ocupada por el restaurante chino Diamante. Ahora es el restaurante peruano Pez de Oro. Existen ciertas reseñas e indicaciones en la literatura referidas al Zum Rhein, otro famoso boliche que arrojó oropeles sobre calle Bandera en sus años de desatada bohemia. Sin embargo, la mayoría de estas fuentes coinciden con la breve descripción que hiciera Oreste Plath en "El Santiago que se fue" sobre el mismo restaurante, la que concluye con la desaparición desde el local de su vieja ubicación en el número 6 de Bandera, en un centro comercial demolido para levantar “un monumento de cemento, el edificio del Banco del Estado” según sus palabras, justo en la esquina con la Alameda Bernardo O'Higgins. Aquel edificio antiguo se ve en la portada de su mencionado libro, de hecho, casi la lado del Club de la Unión. Con carteles presentándolo al público en sus dos entradas (por Bandera y Alameda) en letras d

El rufián Eulalio y otros maleantes del "barrio chino"

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Entre los personajes mapochinos adoptivos en el "barrio chino" de Mapocho, además de los intelectuales, artistas, folcloristas, estudiantes y periodistas, estuvieron muy presentes los infaltables maleantes de los bajos fondos santiaguinos, ya entonces. Algunos fueron muy bien descritos por Armando Méndez Carrasco, en su clásico “Chicago chico”. Fue así como, en una noche de los años treinta y hallándose en el cabaret Zeppelin, el legendario bribón apodado el Cabro Eulalio logró salvar su pellejo de manera casi cinematográfica: Enrique Bunster recuerda que fue cercado en el local por un piquete de detectives dispuestos a darle caza; pero, advirtiendo a tiempo la emboscada, logró escapar entre pasillos y camarines saliendo a través de un tragaluz por los techos y haciendo correr su sombra por los tejados y la oscuridad, esquivando los balazos en la huida. Por más que intentaron abatirlo, logró eludirlos y escabullirse en la noche. Y cuando los agentes regresaron

Humberto Tobar: el "Negro" que nunca dormía

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  Humberto Tobar brindando con la cantante argentina Marta Ecco, en el 21 aniversario del Tap Room. Imagen publicada en "La Nación" del 13 de septiembre de 1957. Humberto Negro Tobar dejó este mundo solitariamente, a inicios de marzo de 1984 según informa Osvaldo Rakatán Muñoz. El silencio de los medios ante su fallecimiento fue casi total, como si todos aquellos séquitos de camaradas, cómplices de la noche y “pechadores” que caminaban en cortejo sobre sus pasos, fanfarroneando ser tan cercanos al personaje, se hubiesen esfumado de este mundo antes que él. En sus días de gloria, el apodado Negro (que no era negro, sin embargo) fue reconocido -ni más ni menos- como el fundador de la verdadera entretención de trasnoche en la capital chilena. Sobre su extraordinario legado para la diversión nacional, Rafael Frontaura concluía que “ha sido, sin duda, uno de los sostenedores de esta institución que se llama La Noche Santiaguina”. A conclusiones similares arrib

El glorioso vuelo del cabaret Zeppelin

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  Publicidad del Zeppelin para sus eventos de Año Nuevo de 1956, en "Las Noticias de Última Hora". El Zeppelin, mítico boliche del empresario nocturno Humberto Negro Tobar, tenía un fuerte y casi cegador brillo propio con seductoras divisas como “donde la noche es corta”. Fue un cabaret que aspiró algo de buen pelo en la escena bohemia, además, primero de su tipo en Santiago, precursor de los espectáculos nudistas y de los establecimientos tipo night clubs que aparecerán con más desenfado desde esos años. El Zeppe , como lo llamaban muchos, estaba en Bandera 856 junto al edificio del ex Hotel Bandera. Su cartel luminoso lo señalaba casi enfrente de Aillavilú, pleno “barrio chino”. Había sido fundado hacia 1924 o 1925 por don Carlos Simón según autores como Osvaldo Rakatán Muñoz, aunque el mismo aseguraba que el cabaret cumplió 60 años en 1975. Simón era también el dueño del restaurante La Cabaña, atractivo para escritores e intelectuales. Nano Acevedo ase

Como en Venecia, pero en Mapocho...

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  Vista de calle Bandera hacia el norte, esquina con San Pablo, en enero de 1927, con los trabajos de las líneas de tranvías. En la esquina derecha se observa la Botica Boston, y en la izquierda el sector en donde estaba el restaurante Venecia en sus primeros tiempos. Imagen de los archivos de Chilectra. Aunque restaurantes y bares como el Hércules, Glanz, Antoñana, Teutonia, Alemán o Zum Rhein se esmeraron en salpicar con sus nombres algo del confeti romántico de la vieja Europa sobre las calles del “barrio chino”, nada ha estado más lejos de la postal de Mapocho y su río que los maravillosos canales venecianos cruzados por estilizados gondoleros, mostrando a sus pasajeros el Palazzo Ducale o la torre de la Piazza di San Marco. Ni siquiera en la época de las crecidas del caudal del río, cuando las calles ribereñas de Santiago quedaban convertidas en tranques y las puertas de las casas en esclusas, podría haberse formulado semejante comparación. Sin embargo, hubo de tod

Rojas Jiménez, o el viajero de la lluvia y la muerte

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Alberto Rojas Jiménez (1900-1934), retratado en algún secreto bar por su amigo y cómplice de tantas andanzas nocturnas, el pintor Isaías Cabezón. Al parecer, el original de esta curiosa obra se encuentra extraviado. Era aquella una década prodigiosa para la poesía chilena y  el oficio de la literatura en general, hoy profundamente romantizada e idealizada por los cronistas y memorialistas, no sin muy buenas razones para ello... Y fue durante la misma, en una noche de 1934, cuando la noticia de una tragedia se expandió enlutando a toda la bohemia mapochina, luego que el destino arrebatara a uno de sus personajes más queridos y connotados de la generación, como consecuencia colateral de un inclemente chaparrón según se ha dicho. Toda una época se acabó con Alberto Rojas Jiménez, entonces... Había nacido el 21 de julio de 1900 en Valparaíso y comenzaba escribir como trabajo hacia 1918, en la revista “Zig-Zag” y firmando como Pierre H. Lhéry . También fue parte de los i

El restaurante del Profesor Topaze

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Las cuadras de calle Rosas que tocaban la de Bandera también se vieron comprometidas con el ambiente festivo y recreativo emanado por el ambiente general de Mapocho, durante el período entre ambas guerras mundiales. No llegaron a ser tan intensas como en aquella vía matriz o en el sector de calle San Pablo, sin duda, pero también hicieron su aporte a la formación y extensión del "barrio chino" en los años de la máxime bohemia. Por aquella razón, en el zócalo del llamado Hotel Río de Janeiro u Hotel Rosas y justo al lado del lugar que ocupó el club Torre Eiffel, llegó a establecerse un bar y restaurante llamado Topaze, también célebre en esos locos años treinta santiaguinos. Específicamente, su local estaba en la dirección de Rosas 1033, número que antes había pertenecido a la casa mayorista del comerciante de origen alemán Guillermo Klimesch. Es en el actual sector de cordonerías y artículos de costuras que existen en la misma calle Rosas, pero por entonces en

El sabroso brillo de La Estrella de Chile

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  Aviso para La Estrella de Chile publicado en "La Nación" del domingo 18 de septiembre de 1938, temporada de Fiestas Patrias. Otro de los olvidados restaurantes de Mapocho se encontró casi vecino al Zeppelin y el Hércules: se llamaba La Estrella de Chile, local especializado en pastas italianas que, en su momento, sería otro centro de reuniones sociales a la vez que núcleo gravitatorio de la bohemia llegando a Mapocho, si bien su caso parece haber sido de rasgo más diurno. Su propuesta y estrategia fue ingeniosa, aunque no exclusiva: una fábrica con sala-comedor que permitían al público conocer en sus mesas los mismos productos que se hacían y ofertaban en el establecimiento. Un restaurante también llamado La Estrella de Chile había comenzado su vida en la dirección de San Pablo 2201 esquina con Maturana, en donde arrendaba el local, pero en enero de 1931 aparece en los avisos con ese mismo nombre y a la venta "solamente con $ 5.000 al contando" por

La heroica semblanza del Hércules

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  La reunión de Eduardo Rodríguez Mazer, Abelardo Bustamante, Antonio Roco del Campo, Homero Arce, Carlos Dallens, Alberto Rojas Jiménez, Pablo Neruda, Julio Barrenechea, Julio Ortiz de Zárate y Renato Monestier, entre otros, en el Hércules de Bandera 840. Fuentes como el sitio Biblioteca Nacional Digital fecha esta imagen en 1932. La dirección de calle Bandera 840, en medio de esos reinos coloridos del “barrio chino”, desplegaba ya en los años veinte el nombre del más famoso y universal héroe de la mitología clásica: Hércules. La figura de un fortachona del personaje colgaba afuera, en un cartel sobre el acceso. Formando parte de la primera prole de negocios de la bohemia “moderna” establecida en la cuadra, su dueño fue don Saturnino Pisson, amigo de los poetas Pablo Neruda y Alberto Rojas Jiménez, quienes concurrían de manera habitual al mismo establecimiento durante sus años jóvenes. No mucho después de haber sido puesto en marcha, de hecho, ya se había convertido

El restaurante Verdejo de calle Zañartu

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  Aviso del Verdejo en la prensa, para la temporada de Fiestas Patrias de 1944. El restaurante Verdejo se encontraba en la dirección de calle Zañartu 1076, la actual calle Aillavilú tan popular por La Piojera y el Bar Touring. Ocupaba parte del ala oriente en el zócalo comercial de un inmueble que hacía esquina en aquella calle con Bandera, ubicado en donde se levantó después el actual edificio residencial que allí existe desde 1951. El nombre del bar y restaurante se debería al de su fundador y primer dueño en los años treinta: don Froilán Verdejo. Sin embargo, por coincidencias con el debut del personaje  Juan Verdejo Larraín , el boliche acabó siendo asociado popularmente a esta caricatura, también interpretada en revistas de variedades por el comediante Pepe Olivares y después en el cine por Eugenio Retes. Verdejo , en sus inicios llamado Machuca , representaba al ingenioso y folclórico rotito de los estratos populares chilenos de entonces, muy parecido a los caso
© Cristian “Criss” Salazar N. Los contenidos de este sitio están basados en las obras de investigación del autor tituladas "LA BANDERA DE LA BOHEMIA. Recuerdos de trasnoche en el 'barrio chino' de Mapocho" (Registro de Propiedad Intelectual Nº 2022-A-3489) y "LA VIDA EN LAS RIBERAS. Crónicas de las especies extintas del barrio Mapocho" (Registro de Propiedad Intelectual N° 2024-A-1723).