Su majestad, El Rey del Pescado Frito

Un avisto de El Rey del Pescado Frito en la prensa, celebrando en 1956 el aniversario del Combate Naval de Iquique.

El Rey del Pescado Frito sentó su trono de escamas y aletas en Santiago el miércoles 31 agosto del año 1955, en el local comercial de Bandera 848. Era el mismo en donde había estado antes el restaurante y fábrica de pastas La Estrella de Chile y después una mueblería llamada York, esta última de no mucha duración allí. El reinado con sede detrás de aquella fachada azul fue anunciado por medios como "La Nación" y "Las Noticias de Última Hora", e iba a extenderse por 60 años, sobrepasando el período de apogeo de la bohemia mapochina y convirtiéndose en uno de los últimos exponentes o reminiscencias de la misma en esta calle, junto al cercano restaurante Far West ubicado por la fila de locales de enfrente, más cerca de la esquina con San Pablo.

El dueño del establecimiento era don Lalo Vera, conocido cariñosamente como El Rey entre los parroquianos. Había elegido un pez con corona como mascota corporativa prácticamente desde los inicios del negocio. Toda su vida transcurriría desde entonces en este concurrido local antes de heredarlo a su hijo, y este a su vez a su esposa.

El espacio que ocupaba era muy largo, pues iba internándose hacia el corazón de la manzana con una extensa planta dividida en dos o tres salas principales. Al fondo del mismo había un viejo escenario que tuvo también sus buenos momentos, en especial para los bailables y los artistas en vivo de la época.

Mencionado por Enrique Lafourcade y detallado por Sergio Paz en su guía “Santiago Bizarro”, el histórico restaurante y marisquería se valía de la frescura de los productos de los cercanos mercados y de los olores tentadores con los que inundaba la cuadra principal del ex "barrio  chino". Fueron famosos sus platos de exagerado tamaño y servidos por este glorioso soberano de Mapocho: un pescado desbordando los contornos, con una cubierta de crujiente batido acompañado con puré, papas fritas o arroz, más ensalada a la chilena y otras posibles guarniciones. Era, realmente, todo un banquete individual y a precios bastante convenientes, pues nunca se apartó de su orientación para público popular.

Imagen de calle Bandera mirada hacia el sur, en la cuadra del 800, publicada en "La Nación" del 18 de septiembre de 1938. En el costado derecho del encuadre se distinguen las fachadas y carteles colgantes de los establecimientos Hércules, Estrella de Chile y Cabaret Zeppelin. En donde se observa la estrella, llegó a instalarse después El Rey del Pescado Frito.

Aviso para La Estrella de Chile publicado en "La Nación" del domingo 18 de septiembre de 1938, temporada de Fiestas Patrias. Su local pasó a ser El Rey del Pescado Frito al promediar los cincuenta.

Aviso de El Rey del Pescado Frito en "La Nación" del 1 de septiembre de 1955, poco después de haber abierto sus puertas en Bandera 848.

El chef y jefe de campaña de "La Semana del Pescado Frito", don Joaquín Ortega Cornejo, en el diario "La Nación" a fines de agosto de 1957. Retratado en el mismo negocio de Bandera. Al lado, la portada del libro que coescribió y que fue revisado por El Rey del Pescado Frito, publicada en anuncio de Mercado Libre.

Anunciando ya la campaña "Semana del Pescado Frito", en septiembre de 1957.

El plato que daba nombre al establecimiento no era su única oferta, por supuesto: estaban también las comidas típicas chilenas y las caseras, más relacionadas con colaciones, como pollo asado, chuletas de cerdo, lomos a lo pobre, sándwiches o empanadas. Hubo días en que, de hecho, constaba encontrar mesas desocupadas en la hora de almuerzo, cuando se llenaban sus salas. Ni hablar de cuando se realizaban eventos dentro del mismo negocio.

A pesar de lo recién expuesto, pescadas, corvinas, merluzas, congrios y después reinetas fueron las más relucientes estrellas de la carta de El Rey. Esto, además de machas, ostiones, camarones, ceviches, locos mayo, caldillos, chupes de mariscos, mariscales fríos, pailas marinas y otras varias delicias neptunianas de una carta que se iba ampliando con el tiempo. No había gusto que no pudiese complacerse allí, entonces.

El restaurante anunciaba ofertas especiales en ciertas temporadas de productos marinos, como la llamada "Semana del Pescado" que solía realizarse en septiembre. El jefe de campaña de aquellas primeras semanas especiales era el chef Joaquín Ortega Cornejo, coautor del libro "Aprenda a conocer, preparar y cocinar los pescados y mariscos" que publicitaba al mismo establecimiento y cuyos varios volúmenes a veces era repartido gratis, además. Su propuesta ya incluía entonces prácticamente a todos los pescados disponibles en el comercio santiaguino y con diferentes preparaciones. Como sucedía con muchos otros establecimientos alrededor del Mercado Central, también era cotizado durante el período de Semana Santa por las exigencias alimentarias que asumían los creyentes.

Tuvo cierta fama en el local, también, un deleitoso traguito que fue propio de la casa y, por extensión, de la coctelería mapochina: el palomo. Era su especialidad en la barra, consistiendo en una copita con anís y agua mineral en hielo que acompañaba en la mesa a la característica gran presa de pescado frito. Llegó a ser bastante solicitada entre ciertos trabajadores del barrio y, según parece, imitado por algunos pillos. Sin embargo, no tenemos noticias de que El Rey haya querido disputar alguna clase de autoría del mismo, pues la receta derivaba o se adaptaba desde el anís-paloma, una tradicional preparación española de Monforte del Cid, Alicante, que cuenta incluso con denominación de origen.

Otra tentación del restaurante para las gargantas era el clásico y hoy cada vez menos visible pichuncho, esa suerte de Manhattan criollo hecho con pisco y Vermouth blanco o rosado. Demás está señalar que también estaban disponibles los vinos, cervezas, algunos ponches y la infaltable borgoña en determinadas temporadas de frutas.

El cartel platillos y productos a la venta en El Rey del Pescado Frito en Foursquare, subida por el usuario SR Sibarita.

La famosa presa gigante de pescado frito que vendía El Rey. Imagen publicada por el sitio Radiactiva.

Línea de locales ya demolidos de calle Bandera, cuando aún estaban en pie. El azul central corresponde al 848, en donde estuvo La Estrella de Chile y, tiempo después, El Rey del Pescado Frito que aparece en la imagen. Fuente imagen: Google Street View.

Detalle del local de El Rey del Pescado Frito en 2012. Fuente imagen: Google Street View.

Aspecto interior del establecimiento en sus últimos años de existencia. Imagen tomada de Foursquare, subida por el usuario Felipe M.

De acuerdo a lo que recuerda Ángel Parra en "Dos palomitas y una novela corta", en el negocio tocó durante su infancia, hacia fines de los años cuarenta o inicios de los cincuenta, una orquesta de músicos ciegos con vocalista femenina. Esto atrajo, a su vez, a un público de ciegos bastante revoltosos y alegres:

Sí, me acuerdo también de otra mujer, yo era un niño pero la recuerdo bien. Era la solista de una orquesta de ciegos que cantaba todas las noches en El Rey del Pescado Frito. Era fea como ella sola, pero tenía una voz de cama que dejaba a los ciegos viendo estrellas, sobre todo cuando venían los veinte minutos de bolero y ella susurraba "acércate más y más, pero mucho más", hasta que llegaba a la frase "y bésame así, así como besas tú...", y en ese momento quedaba la cagada con los ciegos. Con un entusiasmo indescriptible le gritaban vivas, olas, hurras, olés, mijita, cosita, tú eres la única, como anoche, y ella los recibía con los labios pintados en forma de corazón, los ojos con delineador y una capa de Max Factor Hollywood que más que maquillarla daba la impresión de que hubiera querido pavimentarse la cara.

El Rey del Pescado Frito extendió su sabio reinado hasta un lustro después del Bicentenario Nacional, administrado en sus últimos tiempos por doña Nelly Rodríguez, quien fue esposa de don Luis Vera y, por consiguiente, nuera del fundador. Ella seguía ofreciendo palomos hacia inicios del actual siglo y también habían incorporado algunas novedades a su cocina, como el espagueti con mariscos, ceviches mixtos y algunas recetas peruanas, ya que gran parte de su público en esos momentos eran inmigrantes de este origen.

Se cuenta que algunas versiones en los inicios de la famosa Fonda Permanente La Popular, espectáculo organizado en las Fiestas Patrias de Chile, se realizaron también en el establecimiento de Bandera 848. Hubo otras presentaciones artísticas y musicales durante este último período, fuera de las grandes reuniones de público en días de partidos de fútbol importantes, transmitidos hasta sus vistosas pantallas. Era como si el pasado artístico y lleno de vida en el pasado de la calle se negara a entrar al purgatorio, buscando revivirse desesperadamente en oportunidades como la dada por El Rey del Pescado Frito.

El querido local de sangre y frente azul de El Rey cerró sus puertas cuando ya era reconocido como de los últimos vestigios o bastiones de la concentración bohemia que alguna vez existió en Bandera. Toda esa línea de locales en donde estuvieron antes otros famosísimos clubes como el cabaret Zeppelin, el Teutonia Chico y el bar Hércules, fueron demolidos con ferocidad hacia 2016 y reemplazados por nuevos espacios comerciales que hoy se han apropiado de la misma numeración.

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© Cristian “Criss” Salazar N. Los contenidos de este sitio están basados en las obras de investigación del autor tituladas "LA BANDERA DE LA BOHEMIA. Recuerdos de trasnoche en el 'barrio chino' de Mapocho" (Registro de Propiedad Intelectual Nº 2022-A-3489) y "LA VIDA EN LAS RIBERAS. Crónicas de las especies extintas del barrio Mapocho" (Registro de Propiedad Intelectual N° 2024-A-1723).

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