Bailables interminables en el Shangay
Imagen referencial de un salón de baile (IA).
Un tiempo después de haber estado el centro social de La Pensión Los Sports en la dirección de Bandera 755, llegará hasta los altos en el mismo caserón ya desaparecido el llamado club Shangay, boliche que es señalado a veces como Shangai, Shanghai y Shangay Lily en ciertas reseñas. Este establecimiento producía similar hipnosis que las “filóricas” de Santiago que relevaban ya a las clásicas sociedades y salones de baile, ofreciendo un ambiente dominado por la música y, más secundariamente, por la ingesta sabrosa para el público, pero en torno a la propuesta principal de su pista de danza. Era, pues, la época de los famosos dancing clubs en la capital.
Fundado por el músico bandoneonista argentino Ángel Capriolo, hombre de larga y profunda relación con la noche chilena, el Shangay vino a ser parte de la nueva propuesta aparecida en la ciudad, entonces, con los salones de danza moderna y con orquestas en vivo que desplazaron a las clásicas filarmónicas y a los bailes de mutuales u otras organizaciones con estilo más clásico. Este fenómeno de modernización en la oferta recreativa fue muy visible en el mismo vecindario de Mapocho y sus clubes, por cierto.
Es presumible que, durante fines de los años veinte o inicios de los treinta, acudieran al salón del Shangay, entre otros, Andrés Sabella y Juan Uribe Echevarría, quien vivía a la sazón en el pensionado de estudiantes católicos de calle Rosas llegando a Morandé. Se sabe que ambos jóvenes frecuentaban también un café que se encontraba justo abajo, en el primer piso del mismo inmueble.
"Los bailes modernos" en la revista "Familia" de mayo de 1928. Eran los que habían comenzado a incorporarse ya a las "filóricas" y salones de baile clásicos, anunciando el advenimiento de los dancing clubs.
Vista de calle Bandera desde la esquina de San Pablo en 1968, en el filme chileno "Tres tristes tigres" de 1968, de Raúl Ruiz. Las hoy desaparecidas fachadas antiguas que ocupan más parte en la acera casi hasta la calle y que rompen la línea más retrocedida de los demás locales comerciales corresponden al inmueble en donde estuvieron establecimientos como Los Sports, El Shangay y La Cabaña.
Por su parte, el periodista y comentarista deportivo Renato González, el inefable Mister Huifa, aseguró en sus memorias que al Shangay lo rondaban y frecuentaban muchas copetineras, como sucedía con varios otros locales cercanos del mismo barrio. Agregaba que “esas eran las canchas del gordo Mariscal que se sentía orgulloso cuando estrenó una gran lámpara redonda, de vidrios que daban extraños reflejos, en medio de la pista”, reafirmando así su valor como novedoso y popular salón dancing, cuando ya habían quedado en el museo de época las señaladas filarmónicas.
Como efímero pero importante centro de actividad social, la dirección de marras también fue lugar de celebraciones de la Sociedad Mutualista Figueroa Alcorta, cuyo presidente, don Marcial Cáceres Ugarte, fue festejado en aquel salón de altos el 11 de diciembre de 1938, a propósito de las elecciones de nueva directiva. El acto de homenaje se hizo reconociendo la labor del director por la institución durante un año y su por la publicación de su reciente obra titulada "Las sociedades de socorros mutuos y la legislación chilena", libro que fue patrocinado por la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Chile.
La mejor época de aquellos altos con salón de bailes no comenzó con el Shangay, sin embargo: empezó poco después con el club La Cabaña, el siguiente nombre que ocupó la misma dirección de Bandera 755, abriéndose paso como una de las primeras boîtes de Santiago, todavía de la mano del señor Capriolo.
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