Dos centros alemanes en el imperio de Mapocho

 

Ilustración de un bar clásico. Fuente imagen base: sitio Biblio Blog.

La luz de varios notables casos de evocación germánica en el barrio Mapocho atrajo como polillas a filósofos, artistas y escritores que circulaban por las inmediaciones del río, buscando entretenciones y armonías de fiestas que ya no existen o que se han descompuesto por completo. Y en sincronía con la manifiesta influencia o inspiración porteña reconocible en las noches derramadas sobre el barrio, este tuvo no uno, sino dos refugios con el mismo título del Club Alemán, como aquel que engalana la bohemia en Valparaíso.

Aunque los Alemanes de la capital no sobrevivieron a la época a la que pertenecieron, la trascendencia de estos rincones fue grande como centros culturales, a pesar de la cantidad de años que llevan extintos.

Los famosos bares-clubes, a veces con orquestas de músicos ciegos y carta variada, tuvieron un encanto especial que parecía provocar particulares nostalgias entre sus ancianos exclientes, como si una parte de ellos mismos hubiese quedado atrapada en la memoria de esos salones y cocinas. Oreste Plath tampoco se privó del entretenido derecho a ser un habitué de esos conocidos locales siendo él, nuevamente y por esta razón, quizá el principal informante disponible para la reconstrucción de aquellos escenarios.

Un Club Alemán propiamente tal estaba en calle Esmeralda hacia el 866-868, entre 21 de Mayo y Diagonal Cervantes. Se lo hallaba enfrente de donde estuvieron también la boîte Can-Can y el Patio Esmeralda. Esto era a una cuadra de La Posada del Corregidor, en un sector muy influido por la misma bohemia de las calles del otro lado del Mercado Central, próximo también al Hotel Europa y el Hotel Restaurante Majestic en 21 de Mayo. Y si bien todo esto era afuera del “barrio chino” con eje en calle Bandera, aquellos clientes y atracciones fueron los mismos que en aquel sector.

En “Memorias. Recuerdos de la bohemia nerudiana‎”, cuenta Diego Muñoz que destacaban los inagotables schops del Club Alemán (“los mejores” de Santiago, según él), junto con sus fiestas de baile y música en vivo hasta avanzadas horas de la madrugada. Fueron famosas también sus empanaditas, delicias que se ponían a la venta desde cada mediodía. Y aunque algunos santiaguinos hablaban de él como el Bar Alemán, el sitio aparece registrado con nombres tan elegantes como Club Alemán de Baile, Club Alemán de Coros o Club Alemán de Canto, quizá para distinguirlo del otro ubicado más al poniente y en pleno “barrio chino”, o bien del Bar y Restaurante Alemán que existía por esos mismos años en el sector de la Estación Central, en Alameda 3375.

En su época más concurrida, el centro social de calle Esmeralda solía estar amenizado por tres músicos en vivo, con funciones de la Orquesta de Damas Vienesas y constituía, por sí solo, una carnada permanente para muchos santiaguinos adoptados por el barrio. Por las tardes se convertía en un centro literario, además de tener precios bastante económicos para sus ofertas de vinos, cervezas y perniles. Tuvo una vida extensa, de hecho.

No demasiado diferente en su oferta recreativa, el otro club germánico se halló en el sector noctámbulo de Bandera con San Pablo. Se lo encontraría efímeramente en un grupo de espacios comerciales de San Pablo 1157-1167 a fines de los años veinte, antes de mudarse a otro local pero del mismo barrio. La señalada dirección fue por varios años de unos talleres de imprenta, y tiempo después será también del Almacén de Ventas de la Caja de Crédito Popular, institución con su sede el el edificio de enfrente cruzando la calle, más conocida como La Tía Rica y terminado en 1929.

Llamado más corrientemente Restaurant Alemán, recibía a su público muy cerca de donde estuvieron conocidos negocios del viejo Santiago, como la tienda de vestuario La Bandera Verde en el 1135, la Cigarrería de Adrián Laroze por el número 1105 hasta 1928, un salón de refrescos en el 1119 y una cigarrería-juguetería en el 1125. Esto era cerca de la pequeña calle Capuchinos que comienza junto al característico edificio de la mencionada Caja de Crédito Prendario, uniendo San Pablo con Rosas. Aquellas referencias espaciales se daban a todos los interesados en conocer tal sitio, asegura Plath.

En aquellos años se realizaban en el Alemán de San Pablo varios banquetes y cenas dominicales de celebración, como algunas de la Federación Sindical de Electricistas, cuya secretaría estaba en el local vecino del 1171, de hecho. También lo fue para la Cooperativa Nacional de Comerciantes y ciertos aniversarios del México Boxing Club, además de reuniones y elecciones de la Federación de Suboficiales en Retiro.

Notas de prensa con tres direcciones del Restaurant Alemán, en "La Nación": San Pablo 1167 (26 de enero de 1929), Bandera 868 (29 de junio de 1929) y San Pablo 1141 (10 de abril de 1937).

San Pablo vista hacia el oriente, en el cruce con Bandera, enero de 1927. Imagen tomada desde la esquina del restaurante no identificado. En la esquina opuesta, a la derecha, está la casa comercial La 1096 (su numero en calle San Pablo), especializada en venta de camisas. Otra imagen del archivo Chilectra.

Tranvías de Mapocho hacia 1930, doblando por calle San Pablo desde de Puente el Mercado Central.

El local comercial que ocupaba el Club Alemán de Esmeralda, llegando a Diagonal Cervantes. Imagen del año 2010. Hoy es ocupado por otra casa importadora.

Vista actual del muy transformado sector en donde estuvieron dos de las antiguas direcciones del Restaurant Alemán, en calle San Pablo 1167 y 1141. Imagen de Google Street View.

Hacia mediados del mismo año indicado, sin embargo, el bar y restaurante aparecía en el tramo de Bandera 864-868, el mismo sitio de bajos del Hotel Bandera en donde estarán después el Café Venezia y el Patio Criollo. Su dueño, don Gustavo Lucht G., lo había puesto en venta y fue adquirido en dicha ubicación por don Mariano Velasco Villar, quien anunciaba por la prensa esta compra durante el año siguiente y, como se estilaba entonces, con la advertencia de que no se haría cargo de ninguna cuenta pasados tres días después de la fecha del 28 de junio de 1929. Todavía figuraba en esa dirección en avisos clasificados de 1931.

Pero el Restaurant Alemán fue vendido y traspasado otra vez en 1936, atrayendo aún a sus clientes con alegres ofertas de comida germana, famosos crudos, tártaros, bistecs alemanes o escalopas a la Bismark. Grandes banquetes institucionales y celebraciones se realizaban aún en él hacia fines de aquella década. “Se contaba que el dueño había sido marinero de veleros”, escribió Plath, agregando que otros parroquianos “le habían tejido leyendas de gran forzudo capaz de estrangular con sus dedos y que sus puños eran de acero”. La ubicación con la que figura hacia mediados de los años treinta es la de San Pablo 1141, y parece corresponder a la del período en que Plath y sus amigos ya lo frecuentaban.

Por entonces llamado también Centro Alemán, la nueva dirección en San Pablo fue la sede de las reuniones de la Asociación de Dueños de Bares y Restaurants durante gran parte de ese período, así como los militantes del Club Social Demócrata Zenón Torrealba. Poco después, volvía a ser lugar de encuentros de la Federación de Suboficiales en Retiro y del México Boxing Club.

Por las noches, aquella sala alemana y su encantadora barra eran tomadas por cantantes de temas propios de tabernas y del ambiente popular europeo, principalmente canciones de borrachos franceses, varias de ellas traídas y divulgadas en Chile por el pintor Isaías Cabezón tras su viaje a París, con los excéntricos hermanos Julio y Manuel Ortiz de Zárate a la cabeza del coro. Ambos artistas plásticos eran hijos del destacado compositor Eleodoro Ortiz de Zárate, así que algún grado de influencia recibieron también en aquellas disciplinas.

Los tres pintores devenidos circunstancialmente en instrumentistas en el Alemán, fingían tocar un imaginario acordeón de aire en esas sesiones, y cuenta Plath que, en esas jugarretas, una noche en medio de los cantos Cabezón simuló arrebatárselo a Julio y destruirlo arrojándolo al suelo. Este último hizo la mímica de arrodillarse y recogerlo a pedazos ante la risa de los presentes, por tan delirante escena.

El inmueble donde se hallaba el Restaurant Alemán de San Pablo fue reemplazado por el actual hacia la década del cuarenta, con una pequeña galería central de tiendas. La última dirección que podemos rastrear para un Bar y Restaurant Alemán en barrio Mapocho es la de Bandera 826 (“Guía automovilística de Chile”, 1967). Es la misma que había pertenecido a la Hostería Antoñana, pero pudiendo ser que haya ocupado en realidad los altos del mismo edificio comercial.

Lamentablemente, poco sobrevivió como huella palpable de los clubes alemanes de Mapocho. Casi nada, a decir verdad, fuera de recuerdos y nostalgias entre quienes fueron sus antiguos feligreses: cúmulos de sensaciones paseando entre la resignación y a veces el desconsuelo, según podía constatarse hasta hace no muchos años, casi propias de juventudes ahogadas en el pozo de las crónicas náufragas. Varios sucumbieron al deseo casi maquinal de olvidar, además… Quizá la mayoría, haciendo inútiles muchas de las entrevistas que pudieran lograrse con los sobrevivientes de aquellos días.

Así, el que fuera el club germánico de calle Esmeralda a mediados del siglo pasado es hoy un envejecido frontis con interiores ocupados por una casa comercial popular de importaciones. Y el famoso de San Pablo, en cambio, se esfumó entre remodelaciones y reconfiguraciones de la cuadra, al desaparecer también su inmueble con la última dirección allí numerada en el 1141, la que aún se mantiene en el actual zócalo del edificio aunque sea solo una cifra en un lugar diferente.

Sabemos que hubo otros clubes alemanes o relacionados con la matriz original del Deutscher Verein (fundado en 1870) en las primeras cuadras de Nataniel Cox, en Santo Domingo 414, frente a la Plaza de Armas y luego en calle Catedral, y en los altos del edificio de la Galería Cohen de Huérfanos con Mac Iver. Por no estar relacionados con el barrio Mapocho ni sus inmediatos, sin embargo, aquellos bares, restaurantes y centros sociales se encuentran fuera del campo geográfico urbano de nuestro interés.

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© Cristian “Criss” Salazar N. Los contenidos de este sitio están basados en las obras de investigación del autor tituladas "LA BANDERA DE LA BOHEMIA. Recuerdos de trasnoche en el 'barrio chino' de Mapocho" (Registro de Propiedad Intelectual Nº 2022-A-3489) y "LA VIDA EN LAS RIBERAS. Crónicas de las especies extintas del barrio Mapocho" (Registro de Propiedad Intelectual N° 2024-A-1723).

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