Memorias varias de la Hostería Antoñana

Aviso publicitario de la Hostería Antoñana en el suplemento de espectáculos "Estreno", del diario "La Tercera", en julio de 1972.

En el lugar preciso donde estuvo por décadas la Hostería Antoñana, uno de los más interesantes casos del bohemio "barrio chino" de Mapocho, hoy se encuentran las galerías del Centro Comercial Santiago-Bandera, más exactamente en calle Bandera 818 muy cerca de San Pablo. Estos pasajes y corredores pasaron por un largo período de decadencia y desde no mucho después de ser inauguradas, siendo sinceros, pero parece que nuevos aires han intentado limpiar sus escalinatas, rincones y barandales interiores.

Inaugurada en febrero de 1933, la Antoñana fue otro de los cotizados y concurridos centros bohemios del mismo sector urbano prácticamente desde que abrió sus puertas. El entonces distinguido rincón de alegrías y espectáculos tenía su dirección en Bandera 826, muy cercano a otros magnéticos lugares con la misma notoriedad noctívaga como su vecino el American Bar y, más al norte de la cuadra, el cabaret Zeppelin. Todos estos clubes de luces centelleantes en sus fachadas compartían mucha de su clientela en el barrio y a las figurillas que visitaban sus atracciones en las noches perdidas de la capital; las de aquel Santiago extinto, diluido en el mar del tiempo. De esta manera, comensales, músicos y divas felinas intercambiaban sus paseos entrando por las puertas de uno y otro, según adonde apuntase el compás de sus almas.

En lo formal, el largo espacio ocupado por el establecimiento de la Antoñana tenía algo de dancing con mucho de cantina, a la vez de sala de espectáculos que adoptaría después el estilo boîte y también el carácter de restaurante popular durante el día. Había sido bautizado así por uno de sus dueños fundadores, el español Félix Gómez: era un homenaje a su villa natal Antoñana, en la Provincia de Álava. Este nombre se mantuvo cuando el mismo local pasó a manos de un nuevo y visionario propietario, el palestino nacionalizado chileno Selim Carraha, quien procuró renovados bríos para la continuidad del negocio y todavía lo mantenía en su apogeo durante el complejo año de 1973.

La Antoñana fue otro de los boliches más característicos y longevos del barrio de marras, situado en sus días de mayor explosión bohemia y energizante de aquellas veladas profundas. Tal vez sin ser de la generación pionera propiamente dicha, igualmente se trató de un negocio que figura entre los que sentaron la cualidad recreativa del barrio de Bandera y la mantuvieron largamente vigente, cariz del que nada queda en nuestros días. También figura entre los que alcanzaron mayor duración allí sin traslados ni graves modificaciones a su esencia, aunque parte de sus años finales hayan sido crepusculares.

En su buena y brillante época literatos como Andrés Sabella, Teófilo Cid y Rodó Vidal lo visitaban con regularidad a la Antoñana. Sus ilustres nombres dejaron una importante huella en el mismo sector de la cuadra, así como el propio club las dejó en sus respectivas vidas, según todo indica. Es por esto que suele asomarse muchas veces el nombre de la Antoñana y otros establecimientos del "barrio chino" en sus respectivas biografías, de hecho.

El local era reconocido también por la incontenible atracción hechicera que representaba para los varios periodistas entregados a las noches santiaguinas, incluidos los de la crónica deportiva como Renato González, Mister Huifa, plasmando algo de tan sápidos recuerdos del barrio en sus memorias. Por su lado, Florindo Maulén, alias Don Floro, alguna vez visitante frecuente de este sitio, aseguraba tiempo después que los periodistas de “El Diario Ilustrado” se reunían siempre en la mesa cinco del establecimiento, ya que eran considerados amigos de la casa y presentados con redobles de tambores del baterista que tocaba con la orquesta en vivo (“El Mercurio”, miércoles 29 de octubre de 2003).

No todas las figuras llegadas a la Antoñana pertenecían al jardín literario, al gremio de los cronistas o la inocencia de los trabajadores callejeros, sin embargo: también llegaron allí rufianes legendarios como el Cabro Eulalio, rey del hampa en barrio Plaza Almagro. Del mismo modo, hay memorias dispersas sobre la presencia de algunas de las varias copetineras y prostitutas que hormigueaban por el sector rasgando amores y presupuestos, como fue el caso de una apodada grotescamente la Masca Rieles. Eran las chiquillas habituales en el club y del “barrio chino” completo, más bien. Contaban incluso que Eulalio tuvo aventuras con algunas de ellas, al igual que con conocidas bailarinas y artistas de los teatros nocturnos de entonces, las que solían rondar por ese y otros salones del sector ribereño.

Imagen de calle Bandera mirada hacia el sur, en la cuadra del 800, publicada en "La Nación" del 18 de septiembre de 1938. En el costado derecho del encuadre se distinguen las fachadas y carteles colgantes de los establecimientos Hércules, Estrella de Chile y Cabaret Zeppelin. La Hostería Antoñana se ubicó en el primer edificio de fachada blanca que se ve llegando a aquella misma esquina.

Trío Añoranzas en la Antoñana, presentándose en junio de 1953. Fuente imagen: Grupo FB "Documentos y Joyas del Folclore Chileno".

Aviso económico de la Hostería Antoñana en agosto de 1954, diario "La Nación". En sus primeros años, la publicidad del establecimiento era muy sencilla.

Jorge Salazar Torterolo con dos clientes amigos en la Hostería Antoñana de la que era entonces administrador, en pleno "barrio chino" de la bohemia de Mapocho a inicios de 1964.

Publicidad para la Hostería Antoñana de Bandera 826, publicada ya a inicios de los años setenta, ya en sus últimos grandes bríos de importancia dentro de la actividad bohemia local y cuando el “barrio chino” entraba en la irreversible decadencia comercial.

La hostería también fue sede de encuentros sociales del Directorio General de Sub Oficiales en Retiro, realizándose allí eventos especiales de la institución como un banquete de junio de 1946 que sus miembros dedicaron al diputado Pedro Cárdenas Núñez. Por entonces, el parlamentario era también presidente de la Junta Ejecutiva Democrática. Se sabía de otros encuentros gremiales y políticos parecidos por parte de varias instituciones, clubes o conglomerados, aunque las fechas son algo difícil de precisar.

A mediados del siglo, históricos artistas pasaban inflamando el escenario que estaba hacia el fondo del local y que reafirmaban su carácter festivo especialmente en las noches. Además de las orquestas típicas tocaban frecuentemente en el salón y en varios otros del barrio los músicos del Trío Añoranzas, por ejemplo, compuesto por los maestros Humberto Campos, Jorge Novoa y Segundo Guatón Zamora, el maestro y autor de la inolvidable cueca “Adiós Santiago querido”. Quedaron por ahí algunos testimonios fotográficos de aquel hito en el espectáculo popular chileno.

Otra estrella de la Antoñana fue por aquellas décadas don Egidio Huaso Altamirano, acordeonista folclórico quien después, hasta su muerte en 2013, haría leyenda en el bar Las Tejas de calle San Diego. También había tocado en la orquesta de la hostería el músico Ernesto Neira, quien desde su adolescencia estuvo ligado a este salón dancing y al antiguo centro de eventos de La Terraza del Parque Forestal (que existió sobre la desaparecida laguna, enfrente del Palacio de Bellas Artes), como se lee en las ilustrativas anotaciones del periodista de espectáculos Osvaldo Rakatán Muñoz.

Aunque el boliche mapochino siguió existiendo largo tiempo, su dirección en el 826 ya aparece compartida con el Bar y Restaurant Alemán en la “Guía automovilística de Chile” de 1967, por lo que suponemos hubo modificaciones en su espacio original que, además, era una especie de galería corta con otros establecimientos y altos. En esos mismos años sesenta, cuando la Antoñana era administrada por un excéntrico personaje de la misma bohemia olvidada llamado Jorge Salazar, se presentaba a la hostería ofreciendo también números de folclore y espectáculos de artistas como el dúo Los Camperos, con María de los Ángeles en la voz, además de la regia orquesta del maestro Bigote Flores, con el cantante Gregorio Castillo al frente. Había dulces sesiones musicales para el tango y la cueca, además.

A pesar de los dramáticos cambios experimentados por la bohemia del barrio, Carraha enfatizó por entonces aquel perfil de boîte y club bailable, algo muy notorio en su publicidad en medios impresos a principios de los años setenta, especialmente en los aniversarios del local y otras grandes fiestas. Tocaban por entonces establemente la Orquesta Típica de Gregorio Castillo y la Tropicana Jazz del propio Bigote Flores, grupo que tenía ahora en la voz al cantante Lucho Enríquez. En febrero y marzo de 1971, en tanto, el dúo Bascuñán del Campo llevaba música chilena al escenario, compartiendo turnos con el cantante Raúl Videla, el melódico Juan C. Villarroel, el cantor e imitador Yamil y el propio Castillo en su faceta de tanguero solista.

La lista de artistas era extensa, a la sazón. También se presentaron en aquel entonces el Trío América, y hermosas chicas hacían sus sensuales números de baile dirigidos especialmente a los varones. Muchos de estos juglares iban y volvían según la temporada, además de compartirse con otros establecimientos de Santiago y del propio barrio. Para el año siguiente corresponde el turno a el cantante Marcelo Rossi, entonces, quien será conocido después en los clásicos refugios de Valparaíso como el doble chileno de Elvis Presley, además de aparecer en los anuncios la argentina Carmen Amado y la cantante española Jacinta Brieva.

Avisos de la Antoñana en el suplemento de espectáculos "Estreno" del diario "La Tercera", publicados en la segunda mitad del año 1971.

Otro aviso de la Antoñana en el suplemento "Estreno" de "La Tercera", en diciembre de 1971, temporada de Navidad.

Hostería y Boîte Antoñana en publicidad del mismo medio "Estreno" de "La Tercera", ahora en febrero de 1973. Se destaca la participación del músico Lucho Zapata.

Actual galería comercial que se levantó en el lugar que había pertenecido al establecimiento en donde se hallaba la Antoñana. Imagen del año 2010, aproximadamente.

En agosto siguiente compartían la lista de estrellas femeninas Isabel Rey, llamada La Tropicalísima, la cantante internacional Leslie Shau, la tanguera Aída Luna y la vedette Sylvana. Más tarde llegaría al club la sexi bailarina tropical Lucy Dayton, además. En este mismo período retornó al local el cantante Octavio Leyton y debutó el dúo de baile español Los Fernández. Ya hacia fines de año hacían lo propio el "Raphael chileno" Enrique Godoy, Los Camperos con Pancho Vives y otra vez con María de los Ángeles, el extraordinario trompetista Tony Vernon, la cantante melódica Carmen Corena, el dúo de baile español Los Zorongos, el trío melódico Los Luceros, el también melódico Jonny Amado, el dúo vocal Los Dos. Las siguientes fiestas de Navidad y Año Nuevo fueron de enorme despliegue estelar, por cierto. En el humor, en cambio, estuvieron el dúo cómico Chucho y Pepe, más artistas internacionales como el llamado Cantinflas Peruano.

Durante el socialmente convulso verano de 1973, los astros de la cartelera son, además de ambas orquestas ya nombradas, el Gaucho Giraldo con sus canciones pampinas, Ovidio Luza y su conjunto folclórico Mamiña, el cantante Lucián del Río, sus colegas Videla y también Jorge Farías, más el grupo Los Diamantes del Sol quienes habían triunfado hacía poco en el Festival de la Canción de Viña del Mar. La celebración de los 40 años del local se hizo en febrero de ese mismo año con una amplia invitación extendida públicamente por Carraha al público en general y a todos los artistas quienes habían pasado por el escenario de la Antoñana entre 1972 y lo que iba de 1973.

La cartelera incluirá en esos meses también a la tanguera argentina Nathaly, a la voz romántica Maribel, a su colega Eliana del Valle, Hugo Matus, y al extraordinario músico porteño Lucho Zapata, el Ciego Zapata quien era multiinstrumentista, cantante, ex integrante del grupo Los Tigres de Valparaíso y antecedente histórico del rock'n'roll en Chile, para entonces dedicado a la música sentimental y "cebolla". En el mes de marzo estaban aún varios de los ya nombrados más Lucho Bravo, el Dúo Staccatto, Luis Bahamondes, Los Campesinos con Carmencita Venegas, Guadalupe de Carmen, la Sonora Los Caribes, Los Corraleros, Carmencita Ruiz, Los Camperos con Nilda Moya, Lorenzo Valderrama y Hernán Cáceres, entre varios otros.

Posteriormente, sin embargo, al iniciarse las primeras grandes restricciones a la vida nocturna, empezaría a aproximarse también la debacle final del local y de gran parte de su galaxia de estrellas. A pesar del aparente último despegue sorteando las adversidades de aquella etapa histórica, poco después iba a comenzar la que sería su última y deteriorada etapa de existencia. Fue otra de las muchas muertes lentas de la bohemia mapochina, infelizmente.

Hacia aquellos años finales en los ochenta todavía funcionaba un sitio llamado La Nueva Antoñana, que deducimos ligado al antiguo, obviamente. Fue este el lugar, además, en donde Rakatán Muñoz entrevistó al violinista Neira para los testimonios que transcribió en su libro de culto sobre las inolvidables correrías de la bohemia capitalina "¡Buenas noches, Santiago...!", cuando el músico ya tenía 65 años a cuestas.

No está clara en la frágil memoria del barrio lo que sucedió finalmente con el ex local de la edad dorada de calle Bandera tras su cierre y retiro. Si para algunos aquel espacio habría alcanzado a servir después a una tienda de ropa usada y, más tarde, a un centro de llamados, agencia o algún negocio parecido, para otros cayó sin intermedios temporales con el terremoto de 1985 y la propia senilidad estructural que cargaba. Lo seguro es que acabó siendo demolido, borrado casi con vesania de la faz del paisaje en barrio Mapocho.

Ocupando su lugar en la cuadra, entonces, se levantó el soso actual edificio con las galerías del Centro Comercial Santiago-Bandera en sus primeros niveles, con pasillos y coloridas luces zumbantes que en otra época se identificaron, muy especialmente, con pequeños cafés topless y los posteriores cafés con piernas. En los departamentos superiores de este mismo sitio vivió por algún tiempo el otrora millonario productor de espectáculos y de boxeo Ricardo Liaño, empresario cubano-español famoso en los setenta y ochenta por sus logros y excentricidades, pero quien terminó sus días en la miseria, arruinado y lleno de ideas delirantes para recuperar la fortuna, morando otros opacos rincones del barrio Mapocho hasta su muerte acaecida en 2004.

Como era esperable, una nueva generación de comercio popular se estableció en aquellas galerías diseñadas con lógica de terrazas y caracoles... Un nueva generación, pero muy diferente a la oferta que permitía las maravillosas vigilias del pasado con la Antoñana en el mismo lugar.

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© Cristian “Criss” Salazar N. Los contenidos de este sitio están basados en las obras de investigación del autor tituladas "LA BANDERA DE LA BOHEMIA. Recuerdos de trasnoche en el 'barrio chino' de Mapocho" (Registro de Propiedad Intelectual Nº 2022-A-3489) y "LA VIDA EN LAS RIBERAS. Crónicas de las especies extintas del barrio Mapocho" (Registro de Propiedad Intelectual N° 2024-A-1723).

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