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Mostrando entradas de febrero, 2023

La Pensión Los Sports de los años veinte

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Aviso de una actividad de instituciones deportivas en la Pensión Los Sports, en "La Nación" del 21 de julio de 1925. Durante los locos años veinte, en la dirección de calle Bandera 755 de la vera oriente en la cuadra entre San Pablo y Rosas, había estado ubicada la llamada Pensión Los Sports, otro negocio de nuestro interés para la entretención mapochina. Esto es justo por el lado sur del “barrio chino”, muy cerca de su epicentro de hecho. Instalada cronológicamente dentro de la generación precursora de la vida social y la diversión moderna en esta calle, entonces, fue también un resultado de la influencia bohemia y aventurera de la vecina cuadra del 800. Aquellos comedores y salas de reuniones en la pensión sirvieron como lugar de almuerzos, banquetes y encuentros fraternos para instituciones tales como la Asociación Atlética de Santiago, especialmente hacia los años 1925 y 1926. También se valieron de su salón el General Borgoño F.C. y la Liga Obrera de Footba

La pequeña Italia del restaurante Regina

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Aviso del restaurante Regina en "La Nación", diciembre de 1927. La vida del restaurante Regina había comenzado en el Edificio Ariztía, inaugurado en 1921 en la conjunción de las entonces nuevas calles La Bolsa y Nueva York, a metros de la Alameda de las Delicias, cuando dicho inmueble era considerado el primer rascacielos del país. El establecimiento fue fundado por un conocido comerciante italiano de la época: don José Cattani, ex maître hotelero de gran experiencia, llegado a Chile en 1905 y quien participó de varios negocios culinarios y hoteleros, incluyendo algunos del barrio Mapocho. Fue el caso del desaparecido Gran Hotel Cattani de calle Puente enfrente del mercado, más conocido en su tiempo como el Hotel Excélsior. Cuando Cattani abrió al Regina en aquella primera ubicación, procuró publicitarlo como el restaurante más elegante y confortable de todo Santiago: "Visítelo Ud. y se convencerá que donde se prepara la mejor comida y hasta para los gustos m

Jorge Salazar: otro personaje de las noches olvidadas

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  Fotografía con la típica actitud e imagen de Jorge Salazar Torterono dentro de la Hostería Antoñana, cuando era el administrador del establecimiento. Desde fines de los cincuenta y durante la mayor parte de los sesenta, cuando la Hostería Antoñana aún era visitada por integrantes del círculo intelectual de regalones en Bandera 826, el administrador del establecimiento era otro conocido y divertido personaje muy apropiado para ese mismo ambiente nocturno del Santiago clásico: el elegante Jorge Salazar Torterolo, un bohemio pertinaz, amante de Gardel y con las más extrañas aventuras a cuestas, aunque después también haya caído en el más completo e insuperable socavón del olvido. Contador de profesión, fumador de carácter nervioso y con una pequeña tartamudez, era un hombre grueso pero de modales señoriales, al que siempre veía pulcramente vestido en terno blanco o gris oscuro, casi con una mixtura entre gánster de Chicago y émulo de tanguero porteño. Salazar fue el amigo

Andrés Sabella y la Logia del Tango

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Andrés Sabella en enero de 1943. Fotografía de Tito Vásquez, publicada en revista “Patrimonio de Chile”. Cliente honorario de la Antoñana, fue el fundador de la denominada Logia del Tango. Nacido en Antofagasta el 13 de diciembre de 1912, el poeta Andrés Sabella Gálvez visitaba tan seguidamente la Hostería Antoñana, de Bandera 826, que acabó siendo algo así como su mascota corporativa, más o menos. Su presencia asidua no extraña allí, pues vivió mucho tiempo en la cercana pensió n de San Pablo 1274, junto a otros personajes de nombres que serían igualmente ilustres. Siguiendo al dedo la costumbre de los intelectuales que llegaban de forma regular hasta aquel barrio, con colegas y amigos como Teófilo Cid, Juan Uribe-Echevarría y Rodó Vidal solía tener allí reuniones eternas de tertulia, amenizadas por un brindis tras otro. Varias amenidades eran recurridas en aquellos encuentros de la Antoñana, el Hércules y un café justo abajo del club Shangay. Se ha dicho que el menú o

Memorias varias de la Hostería Antoñana

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Publicidad para la Hostería Antoñana de Bandera 826, publicada a inicios de los años setenta, ya en sus últimos bríos de importancia dentro de la actividad bohemia local y cuando el “barrio chino” entraba en la irreversible decadencia comercial. En el lugar donde estuvo por décadas la Hostería Antoñana, hoy se encuentran las galerías del Centro Comercial Santiago-Bandera, en calle Bandera 818 muy cerca de San Pablo. Estos pasajes y corredores pasaron por un largo período de decadencia y desde no mucho después de ser inauguradas, siendo sinceros, pero parece que nuevos aires han intentado limpiar sus escalinatas, rincones y barandales interiores. La Antoñana fue otro de los cotizados y concurridos centros bohemios del “barrio chino” de Mapocho. El entonces distinguido rincón de alegrías tenía su dirección en Bandera 826, muy cercano a magnéticos lugares con la misma notoriedad noctívaga como su vecino el American Bar y, más al norte de la cuadra, el cabaret Zeppelin.

Dos centros alemanes en el imperio de Mapocho

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  Ilustración de un bar clásico. Fuente imagen base: sitio Biblio Blog. La luz de varios notables casos de evocación germánica en el barrio Mapocho atrajo como polillas a filósofos, artistas y escritores que circulaban por las inmediaciones del río, buscando entretenciones y armonías de fiestas que ya no existen o que se han descompuesto por completo. Y en sincronía con la manifiesta influencia o inspiración porteña reconocible en las noches derramadas sobre el barrio, este tuvo no uno, sino dos refugios con el mismo título del Club Alemán, como aquel que engalana la bohemia en Valparaíso. Aunque los Alemanes de la capital no sobrevivieron a la época a la que pertenecieron, la trascendencia de estos rincones fue grande como centros culturales, a pesar de la cantidad de años que llevan extintos.

Una Clínica para curar la sed

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Recreación gráfica de un viejo bar, más o menos como era La Clínica en cierta época de su larga existencia. Casi enfrente del alguna vez famoso restaurante Valparaíso, estaba otro negocio de barrio Mapocho con nombre curioso y una nutrida historia propia: La Clínica. De acuerdo a lo informado por Sergio Paz en “Santiago bizarro”, su vida inició cuando un conocido locatario en el sector del Mercado Central, don Pedro Dinamarca, instaló un casino en 1928 en el segundo piso de un edificio que pertenecía a la Sociedad Unión de Detallistas de Chile. El bar-restaurante había surgido de la necesidad de disponer un espacio con características de club social para el grupo, siendo llamado con el extravagante apodo de La Clínica casi desde su inicio. Aunque había otras creencias al respecto, el sobrenombre que pasó a ser su identidad propia provendría de un hecho concreto: en el acceso al edificio de la sociedad, había una placa presentando la clínica dental del Dr. Fontecilla que funcionaba en

Algo sobre el penoso oficio de las copetineras

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  "Piano Bar", obra de Alberto Sughi. Fuente imagen: sitio Pintores y Pinturas, de Juan Carlos Boveri. Entre los aspectos cuestionables de la vieja noche de calle Bandera, muchos en realidad, estuvo su cultivo y fomento a uno de los oficios femeninos más controversiales de la bohemia clásica: las denominadas copetineras , en algún momento muy populares en sitios como el American Bar o el cabaret Zeppelin. Quizá fue aquel otro matiz sombrío pero extrañamente pintoresco de la suerte de vida de puerto importada a los barrios ferroviarios de la capital. A pesar de haber sido personajes importantes para la identidad de las noches de Mapocho y en varios casos como presencias en verdad protagónicas, con servicios que algunos hoy creerían erróneamente parecidos al de actuales cafés con piernas o schoperías de chicas sexis de tierras mineras, tal ocupación tenía rasgos marcados de degradación; en cierta forma, incluso peor o más riesgosa que la prostitución. Y es que, cargando siempr

Las aventuras ribereñas de Mister Huifa

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  Renato González Moraga, Mister Huifa (1903-1989). Imagen reproducida por Arturo Flores Pinochet en “Semblanzas literarias”. “Soy de la chusma”, solía decir Renato González Moraga, más conocido por su pseudónimo Mister Huifa . Con esto, realzaba su extraño enredo de origen y destino con el populacho , pese a ser uno de los primeros periodistas deportivos realmente consagrados del país, además de futuro cronista y comentarista del Mundial de Fútbol de 1962. Fue querido, aunque él quería poco... Apóstata insoportable pero respetado, aunque a veces no respetó al prójimo con sus irreverentes comentarios, llegando a ladrar en la cara al no menos admirado Julio Martínez, medio en broma y medio en serio: “Felizmente, lo perfecto no existe, porque si existiera usted sería el perfecto imbécil” (ver “Las Últimas Noticias”, lunes 8 de junio de 2009).

Navegando por el Valparaíso del Huaso Adán

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  Homenaje al escritor uruguayo Manuel de Castro en el Valparaíso del Huaso Adán, 31 de marzo de 1937. Están presentes Salvador Reyes, José María Souviron, Lautaro García, Alberto Romero y Laureano Rodrigo. Fuente imagen: Archivo del Escritor, Biblioteca Nacional Digital. No quedan dudas de que el restaurante del Huaso Adán fue uno de los más tradicionales e importantes en la historia de barrio Mapocho, nutridamente visitado por vividores, escritores y poetas, pasajeros de los trenes y usuarios de  los varios hoteles o pensiones del entorno. Llegó a ser parte del legendario local, de alguna manera, pero por el lado de la calle General Mackenna, antes llamada Sama y, en sus orígenes, calle del Ojo Seco (pues pasaba por el "ojo seco" del Puente de Cal y Canto). Curiosamente, el boliche de narras se llamaba en realidad restaurante Valparaíso, en otra demostración o, cuanto menos, indicio de la influencia porteña que cargaba aquel enclave urbano en Santiago y
© Cristian “Criss” Salazar N. Los contenidos de este sitio están basados en las obras de investigación del autor tituladas "LA BANDERA DE LA BOHEMIA. Recuerdos de trasnoche en el 'barrio chino' de Mapocho" (Registro de Propiedad Intelectual Nº 2022-A-3489) y "LA VIDA EN LAS RIBERAS. Crónicas de las especies extintas del barrio Mapocho" (Registro de Propiedad Intelectual N° 2024-A-1723).