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Mostrando entradas de enero, 2023

Dos esplendorosas vidas para el Zum Rhein

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Bandera 823, la dirección que fue del Zum Rhein cuando ya era ocupada por el restaurante chino Diamante. Ahora es el restaurante peruano Pez de Oro. Existen ciertas reseñas e indicaciones en la literatura referidas al Zum Rhein, otro famoso boliche que arrojó oropeles sobre calle Bandera en sus años de desatada bohemia. Sin embargo, la mayoría de estas fuentes coinciden con la breve descripción que hiciera Oreste Plath en "El Santiago que se fue" sobre el mismo restaurante, la que concluye con la desaparición desde el local de su vieja ubicación en el número 6 de Bandera, en un centro comercial demolido para levantar “un monumento de cemento, el edificio del Banco del Estado” según sus palabras, justo en la esquina con la Alameda Bernardo O'Higgins. Aquel edificio antiguo se ve en la portada de su mencionado libro, de hecho, casi la lado del Club de la Unión. Con carteles presentándolo al público en sus dos entradas (por Bandera y Alameda) en letras d

El rufián Eulalio y otros maleantes del "barrio chino"

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Entre los personajes mapochinos adoptivos en el "barrio chino" de Mapocho, además de los intelectuales, artistas, folcloristas, estudiantes y periodistas, estuvieron muy presentes los infaltables maleantes de los bajos fondos santiaguinos, ya entonces. Algunos fueron muy bien descritos por Armando Méndez Carrasco, en su clásico “Chicago chico”. Fue así como, en una noche de los años treinta y hallándose en el cabaret Zeppelin, el legendario bribón apodado el Cabro Eulalio logró salvar su pellejo de manera casi cinematográfica: Enrique Bunster recuerda que fue cercado en el local por un piquete de detectives dispuestos a darle caza; pero, advirtiendo a tiempo la emboscada, logró escapar entre pasillos y camarines saliendo a través de un tragaluz por los techos y haciendo correr su sombra por los tejados y la oscuridad, esquivando los balazos en la huida. Por más que intentaron abatirlo, logró eludirlos y escabullirse en la noche. Y cuando los agentes regresaron

Humberto Tobar: el "Negro" que nunca dormía

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  Humberto Tobar brindando con la cantante argentina Marta Ecco, en el 21 aniversario del Tap Room. Imagen publicada en "La Nación" del 13 de septiembre de 1957. Humberto Negro Tobar dejó este mundo solitariamente, a inicios de marzo de 1984 según informa Osvaldo Rakatán Muñoz. El silencio de los medios ante su fallecimiento fue casi total, como si todos aquellos séquitos de camaradas, cómplices de la noche y “pechadores” que caminaban en cortejo sobre sus pasos, fanfarroneando ser tan cercanos al personaje, se hubiesen esfumado de este mundo antes que él. En sus días de gloria, el apodado Negro (que no era negro, sin embargo) fue reconocido -ni más ni menos- como el fundador de la verdadera entretención de trasnoche en la capital chilena. Sobre su extraordinario legado para la diversión nacional, Rafael Frontaura concluía que “ha sido, sin duda, uno de los sostenedores de esta institución que se llama La Noche Santiaguina”. A conclusiones similares arrib

El glorioso vuelo del cabaret Zeppelin

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  Publicidad del Zeppelin para sus eventos de Año Nuevo de 1956, en "Las Noticias de Última Hora". El Zeppelin, mítico boliche del empresario nocturno Humberto Negro Tobar, tenía un fuerte y casi cegador brillo propio con seductoras divisas como “donde la noche es corta”. Fue un cabaret que aspiró algo de buen pelo en la escena bohemia, además, primero de su tipo en Santiago, precursor de los espectáculos nudistas y de los establecimientos tipo night clubs que aparecerán con más desenfado desde esos años. El Zeppe , como lo llamaban muchos, estaba en Bandera 856 junto al edificio del ex Hotel Bandera. Su cartel luminoso lo señalaba casi enfrente de Aillavilú, pleno “barrio chino”. Había sido fundado hacia 1924 o 1925 por don Carlos Simón según autores como Osvaldo Rakatán Muñoz, aunque el mismo aseguraba que el cabaret cumplió 60 años en 1975. Simón era también el dueño del restaurante La Cabaña, atractivo para escritores e intelectuales. Nano Acevedo ase

Como en Venecia, pero en Mapocho...

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  Vista de calle Bandera hacia el norte, esquina con San Pablo, en enero de 1927, con los trabajos de las líneas de tranvías. En la esquina derecha se observa la Botica Boston, y en la izquierda el sector en donde estaba el restaurante Venecia en sus primeros tiempos. Imagen de los archivos de Chilectra. Aunque restaurantes y bares como el Hércules, Glanz, Antoñana, Teutonia, Alemán o Zum Rhein se esmeraron en salpicar con sus nombres algo del confeti romántico de la vieja Europa sobre las calles del “barrio chino”, nada ha estado más lejos de la postal de Mapocho y su río que los maravillosos canales venecianos cruzados por estilizados gondoleros, mostrando a sus pasajeros el Palazzo Ducale o la torre de la Piazza di San Marco. Ni siquiera en la época de las crecidas del caudal del río, cuando las calles ribereñas de Santiago quedaban convertidas en tranques y las puertas de las casas en esclusas, podría haberse formulado semejante comparación. Sin embargo, hubo de tod

Rojas Jiménez, o el viajero de la lluvia y la muerte

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Alberto Rojas Jiménez (1900-1934), retratado en algún secreto bar por su amigo y cómplice de tantas andanzas nocturnas, el pintor Isaías Cabezón. Al parecer, el original de esta curiosa obra se encuentra extraviado. Era aquella una década prodigiosa para la poesía chilena y  el oficio de la literatura en general, hoy profundamente romantizada e idealizada por los cronistas y memorialistas, no sin muy buenas razones para ello... Y fue durante la misma, en una noche de 1934, cuando la noticia de una tragedia se expandió enlutando a toda la bohemia mapochina, luego que el destino arrebatara a uno de sus personajes más queridos y connotados de la generación, como consecuencia colateral de un inclemente chaparrón según se ha dicho. Toda una época se acabó con Alberto Rojas Jiménez, entonces... Había nacido el 21 de julio de 1900 en Valparaíso y comenzaba escribir como trabajo hacia 1918, en la revista “Zig-Zag” y firmando como Pierre H. Lhéry . También fue parte de los i

El restaurante del Profesor Topaze

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Las cuadras de calle Rosas que tocaban la de Bandera también se vieron comprometidas con el ambiente festivo y recreativo emanado por el ambiente general de Mapocho, durante el período entre ambas guerras mundiales. No llegaron a ser tan intensas como en aquella vía matriz o en el sector de calle San Pablo, sin duda, pero también hicieron su aporte a la formación y extensión del "barrio chino" en los años de la máxime bohemia. Por aquella razón, en el zócalo del llamado Hotel Río de Janeiro u Hotel Rosas y justo al lado del lugar que ocupó el club Torre Eiffel, llegó a establecerse un bar y restaurante llamado Topaze, también célebre en esos locos años treinta santiaguinos. Específicamente, su local estaba en la dirección de Rosas 1033, número que antes había pertenecido a la casa mayorista del comerciante de origen alemán Guillermo Klimesch. Es en el actual sector de cordonerías y artículos de costuras que existen en la misma calle Rosas, pero por entonces en

El sabroso brillo de La Estrella de Chile

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  Aviso para La Estrella de Chile publicado en "La Nación" del domingo 18 de septiembre de 1938, temporada de Fiestas Patrias. Otro de los olvidados restaurantes de Mapocho se encontró casi vecino al Zeppelin y el Hércules: se llamaba La Estrella de Chile, local especializado en pastas italianas que, en su momento, sería otro centro de reuniones sociales a la vez que núcleo gravitatorio de la bohemia llegando a Mapocho, si bien su caso parece haber sido de rasgo más diurno. Su propuesta y estrategia fue ingeniosa, aunque no exclusiva: una fábrica con sala-comedor que permitían al público conocer en sus mesas los mismos productos que se hacían y ofertaban en el establecimiento. Un restaurante también llamado La Estrella de Chile había comenzado su vida en la dirección de San Pablo 2201 esquina con Maturana, en donde arrendaba el local, pero en enero de 1931 aparece en los avisos con ese mismo nombre y a la venta "solamente con $ 5.000 al contando" por

La heroica semblanza del Hércules

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  La reunión de Eduardo Rodríguez Mazer, Abelardo Bustamante, Antonio Roco del Campo, Homero Arce, Carlos Dallens, Alberto Rojas Jiménez, Pablo Neruda, Julio Barrenechea, Julio Ortiz de Zárate y Renato Monestier, entre otros, en el Hércules de Bandera 840. Fuentes como el sitio Biblioteca Nacional Digital fecha esta imagen en 1932. La dirección de calle Bandera 840, en medio de esos reinos coloridos del “barrio chino”, desplegaba ya en los años veinte el nombre del más famoso y universal héroe de la mitología clásica: Hércules. La figura de un fortachona del personaje colgaba afuera, en un cartel sobre el acceso. Formando parte de la primera prole de negocios de la bohemia “moderna” establecida en la cuadra, su dueño fue don Saturnino Pisson, amigo de los poetas Pablo Neruda y Alberto Rojas Jiménez, quienes concurrían de manera habitual al mismo establecimiento durante sus años jóvenes. No mucho después de haber sido puesto en marcha, de hecho, ya se había convertido

El restaurante Verdejo de calle Zañartu

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  Aviso del Verdejo en la prensa, para la temporada de Fiestas Patrias de 1944. El restaurante Verdejo se encontraba en la dirección de calle Zañartu 1076, la actual calle Aillavilú tan popular por La Piojera y el Bar Touring. Ocupaba parte del ala oriente en el zócalo comercial de un inmueble que hacía esquina en aquella calle con Bandera, ubicado en donde se levantó después el actual edificio residencial que allí existe desde 1951. El nombre del bar y restaurante se debería al de su fundador y primer dueño en los años treinta: don Froilán Verdejo. Sin embargo, por coincidencias con el debut del personaje  Juan Verdejo Larraín , el boliche acabó siendo asociado popularmente a esta caricatura, también interpretada en revistas de variedades por el comediante Pepe Olivares y después en el cine por Eugenio Retes. Verdejo , en sus inicios llamado Machuca , representaba al ingenioso y folclórico rotito de los estratos populares chilenos de entonces, muy parecido a los caso

El Jote, o el bar que voló lejos

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  Antiguo cartel de El Jote, con su famoso pajarraco colgante. Fuente imagen: "El Santiago que se fue" de Oreste Plath. Las artes de espectáculos, barra o cocina no tenían monopolio solamente en el eje de la calle Bandera, a pesar de la majadería de algunos autores y memorialistas de insistir al respecto. El hecho indesmentible es que aquella diversión central irradiaba hacia todo el entorno de la célebre cuadra del 800 y, así, la segunda arteria privilegiada con una vida bohemia y de bailables era San Pablo, en donde anidó alguna vez un pajarraco alegremente nochero. Se trataba de El Jote, por cuya proximidad inmediata con el “barrio chino” también acabó siendo parte del mismo circuito. Hubo varios otros núcleos de diversión en la extensión de calle San Pablo, es preciso decir: históricos cabarets, polémicos cafés chinos y bares o restaurantes en donde solo se oían cascabeleos felices, lejanos a la imagen clásica del borrachín depresivo y cabizbajo anclad
© Cristian “Criss” Salazar N. Los contenidos de este sitio están basados en las obras de investigación del autor tituladas "LA BANDERA DE LA BOHEMIA. Recuerdos de trasnoche en el 'barrio chino' de Mapocho" (Registro de Propiedad Intelectual Nº 2022-A-3489) y "LA VIDA EN LAS RIBERAS. Crónicas de las especies extintas del barrio Mapocho" (Registro de Propiedad Intelectual N° 2024-A-1723).