El sabroso brillo de La Estrella de Chile

 

Aviso para La Estrella de Chile publicado en "La Nación" del domingo 18 de septiembre de 1938, temporada de Fiestas Patrias.

Otro de los olvidados restaurantes de Mapocho se encontró casi vecino al Zeppelin y el Hércules: se llamaba La Estrella de Chile, local especializado en pastas italianas que, en su momento, sería otro centro de reuniones sociales a la vez que núcleo gravitatorio de la bohemia llegando a Mapocho, si bien su caso parece haber sido de rasgo más diurno. Su propuesta y estrategia fue ingeniosa, aunque no exclusiva: una fábrica con sala-comedor que permitían al público conocer en sus mesas los mismos productos que se hacían y ofertaban en el establecimiento.

Un restaurante también llamado La Estrella de Chile había comenzado su vida en la dirección de San Pablo 2201 esquina con Maturana, en donde arrendaba el local, pero en enero de 1931 aparece en los avisos con ese mismo nombre y a la venta "solamente con $ 5.000 al contando" por su dueño, domiciliado en Cueto 751. Poco después, en calle Bandera, existiría el referido establecimiento fabricante de tallarines, ravioles y capeletis que se amplió con comedores propios. No hemos podido precisar si había alguna relación entre ambos.

Con más seguridad, sin embargo, puede establecerse que su taller con comedores estaba ubicado en la dirección exacta de Bandera 848, por donde existió en otra época un depósito y tienda del vivero de árboles frutales Juana Inés de Maipo. La Estrella de Chile tuvo en sus mesas a varias visitas de ilustres, como fue el caso del actor porteño de cine y teatro Rafael Frontaura, quien lo mencionaría también en sus memorias tituladas “Trasnochadas”. Una gran estrella luminosa pendía sobre la entrada del negocio, en aquellos años.

Cabe observar, sin embargo,  que publicidad impresa del período de Fiestas Patrias de 1932 señala también que anterior local de ventas estaba a la sazón en Bandera 849, sin comedores aún, justo enfrente y en donde había existido antes una paquetería. Su dueño era don Juan Canessa T., quien presumía abastecer con sus pastas a los principales hoteles y restaurantes.

El local también era llamado sencillamente La Estrella por muchos de sus clientes, y contaba después con los referidos “comedores especiales para la atención del público, donde puede probar los productos de la fábrica”. Esto ya era en el señalado número 848, según se verifica en su publicidad, soportada por avisos publicados en la prensa de septiembre de 1938, por ejemplo, particularmente en el periódico “La Nación”. Poco antes, durante ese mismo año, se había realizado en el lugar una cena de despedida para el propio Frontaura en el momento en que partía de Chile, reunión organizada por el Sindicato de Actores Profesionales que él presidía. La manifestación se hizo en la noche del jueves 16 de junio.


Aviso en prensa para La Estrella de Chile, cuando aún se encontraba en el 849 de calle Bandera, en septiembre de 1932.

Aviso de la temporada de Fiestas Patrias de 1932, cuando La Estrella de Chile tenía sus ventas de productos en Bandera 849.

Sencilla publicidad de La Estrella de Chile en la sección de avisos de "La Nación", también alrededor de la temporada de Fiestas Patrias de 1938. Ya tenían sus comedores en Bandera 848.

Imagen de calle Bandera mirada hacia el sur, en la cuadra del 800, publicada en "La Nación" del 18 de septiembre de 1938. En el costado derecho del encuadre se distinguen las fachadas y carteles colgantes de los establecimientos Hércules, La Estrella de Chile y Cabaret Zeppelin.

Línea de locales ya demolidos de calle Bandera, cuando aún estaban en pie. El azul central corresponde al 848, en donde estuvo La Estrella de Chile y, tiempo después, El Rey del Pescado Frito (aparece en la imagen). Fuente imagen: Google Street View.

Detalle del local de El Rey del Pescado Frito en 2012, en donde décadas antes existió La Estrella de Chile con sus comedores. Fuente imagen: Google Street View.

Un conspicuo personaje del ambiente de espectáculos frecuentaba al local, en aquellos años: el joven violinista Rodolfo Retes Bisetti, de origen peruano y hermano menor de los talentosos artistas Rogel, Eugenio y Roberto Retes. El músico fue cliente estable de La Estrella de Chile durante el tiempo en que trabajaba en el Teatro Balmaceda de don Enrique Venturino en las presentaciones de la Compañía Cóndor, cuna de la genuina revista criolla moderna. Dicho teatro, antes llamado Reina Victoria y fundado por Venturino en esos mismos años treinta, se ubicaba en calle Artesanos al otro lado del río, en donde había estado antes el centro pugilístico y de espectáculos del Hippodrome Circo. Lo mantuvo en su propiedad hasta inicios de la década siguiente, mudando todo su ejército artístico al Caupolicán. Todavía se ve en el barrio veguino al vetusto edificio del Balmaceda, a espaldas de la Pérgola Santa María y el Mercado Tirso de Molina.

Rodolfo conoció en esos comedores de Bandera, atendidos por muchachas de buena presencia, a quien sería otro personaje especial de los clásicos escenarios nacionales, aunque efímero según parece. Lo explica su hermano, el director teatral y revisteril Rogel, en las entretenidas memorias plasmadas en “Acotaciones, morcillas y camelos”:

El año 1935 mi hermano Rodolfo, primer violín de Teatro Balmaceda, era asiduo concurrente al Restaurante “La Estrella” de calle bandera, en donde hacían unos ricos tallarines y en donde servía una camarera morena de facciones ordinarias, pero de buenas piernas, de la que se hizo bastante amigo. Esta diligente camarera acosaba a mi hermano para que la recomendara a Venturino, porque ella contaba tangos, según decía. Siempre se lamentaba de no tener quien la ayudara a ser artista. “Estoy aburrida de servir mesas y me gusta la payasada como diablo”.

Aquella chica vaporosamente aludida se lanzaría al destino tratando de cumplir su sueño como tanguera ante Venturino, gracias a la intermediación de Rodolfo… Pero no tuvo éxito: su voz era más bien mediocre, así que no tardó en volver a los bares y restaurantes, aunque ahora como cantante tanguera y bolerista, no más mesera. Rogel no quiso revelar su nombre, limitándose a dejar escrito: “Se llama… No, no les voy a decir, ni creo que se los diga ella. Seguramente al leer esto se preguntará: ‘¿Quién será esta?’ y callará. Es mejor”.

Tal vez, La Estrella de Chile no tuvo suficiente longevidad para dejar mejores y más profundas huellas en la memoria colectiva de la ciudad, o al menos no la necesaria para abultar con hitos los anecdotarios generacionales de calle Bandera, lo que explicaría el casi total olvido del mismo. Pero sí sabemos, al menos, que su largo local penetrando la cuadra de Bandera y con un escenario al fondo del mismo fue utilizado después por el tradicional restaurante El Rey del Pescado Frito, otro clásico del barrio que resistió ahí hasta tiempos recientes.

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© Cristian “Criss” Salazar N. Los contenidos de este sitio están basados en las obras de investigación del autor tituladas "LA BANDERA DE LA BOHEMIA. Recuerdos de trasnoche en el 'barrio chino' de Mapocho" (Registro de Propiedad Intelectual Nº 2022-A-3489) y "LA VIDA EN LAS RIBERAS. Crónicas de las especies extintas del barrio Mapocho" (Registro de Propiedad Intelectual N° 2024-A-1723).

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