Distribución y características de la vieja bohemia mapochina

Titulares de las propiedades del barrio Bandera-San Pablo en 1915, entre calle Mapocho (Balmaceda), Rosas, Puente y Morandé. Publicado en el "Plano catastral de la ciudad de Santiago" de Alcides Aray Santos.

Vistas en retrospectiva, las condiciones dejadas por el comercio popular en torno al mercado y el quehacer generado por la Estación Mapocho ya pasado el Centenario Nacional, asomarán siempre como los principales cimientos y factores activos que definirían al barrio de calle Bandera y sus contornos, allí en el medio bohemio de Mapocho… Pero hubo más piezas en el juego en esto.

El tablero nocturno y recreativo fue especialmente atractivo para los periodistas, universitarios, empleados, obreros, funcionarios y provincianos residentes en las muchas pensiones del sector. Se trataba de un ambiente que acabó siendo configurado tanto por la irradiación del comercio de vituallas como por la necesidad de dar servicios a los pasajeros del ferrocarril y los turistas.

Las características que perfilaron aquellos cruces sociales fueron, entonces, las que darían origen o facilitarían el surgimiento de una constelación de cafés, bares, restaurantes y boîtes con comidas de bajo precio y diversiones hasta altas horas nocturnas. Los mismos perfumes atraerían también a toda una intelectualidad joven, aventurera y muchas veces menesterosa, predestinada a inmortalizar con su presencia aquellas mesas… Camadas de las que salieron algunos de los más grandes hombres de letras y artes de Chile, por lo demás.

La diversión no era solo para perfil adulto, por cierto: en 1934, por ejemplo, el comerciante Roberto Zúñiga instaló en Bandera llegando a Mapocho un salón de juegos familiares de dardos, “monos porfiados” de trapo, palitroques, mesas de billar, bolos y entretenciones mecánicas. Tomando el nombre de una marca alemana de rifles lanzadores de plumillas, la casa nacida allí llegaría a ser un icono en la diversión en Santiago: Entretenimientos Diana.

Pero, siendo exacto que el “barrio chino” concentró su eje soberano en la última cuadra de Bandera, la favorita de todos aquellos trabajadores, escritores y beodos, también es verdad que sus empujes y resplandores llegaron perfectamente hasta las cuadras inmediatas de las calles laterales Aillavilú, General Mackenna, San Pablo, e incluso hasta una periferia alrededor del barrio. Este fenómeno se observa aún con fuerza en barriadas capitalinas de trasnoche como Bellavista o Plaza Ñuñoa, por ejemplo, dado el gran interés comercial que generan y la necesidad de recibir al creciente público que se derrama excediendo los cuadrantes nucleares de la diversión.

Con relación a lo anterior, el límite norte del “barrio chino” se estimó de manera general por la avenida Mapocho, ajuste lógico a la distribución urbana allí visible. Empero, el meridional puede ser discutible, ya que hubo algunos testigos de la época señalando como parte del mismo distrito bohemio incluso a un sector anterior de Bandera, entre Rosas y Santo Domingo, tramo que presenta casos de los treinta como el restaurante Monte Carlo en el 624 o la Residencial El Hogar en el 647, y el posteriormente llegado Santiago Zúñiga hacia el centro de la cuadra. Existió allí una galería comercial, además, con entrada en el 620 de Bandera.

Garita de Mapocho en 1920, frente de la Estación Mapocho en Plaza Venezuela. Atrás se observa parte del desaparecido edificio El Buque, el Hotel Central y un murallón de la ex Calle Zañartu donde está "La Piojera".

Vista de calle Bandera hacia el norte, esquina con San Pablo, en enero de 1927, con los trabajos de las líneas de tranvías. En la esquina derecha se observa la Botica Boston, y en la izquierda un restaurante no identificado. Imagen del archivo Chilectra.

San Pablo vista hacia el oriente, en el cruce con Bandera, enero de 1927. Imagen tomada desde la esquina del restaurante no identificado. En la esquina opuesta, a la derecha, está la casa comercial La 1096 (su numero en calle San Pablo), especializada en venta de camisas. Otra imagen del archivo Chilectra.

Tranvías de Mapocho en 1930, doblando por calle San Pablo desde de Puente el Mercado Central.

Calle San Pablo en la cuadra del 900, entre 21 de Mayo y Puente. Imagen publicada en el diario "La Nación" del 18 de septiembre de 1938.

También hay quienes incluían en este grupo mapochino a boliches más distantes, como El Rey de las Papas Fritas, famoso sitio de Morandé 610 llegando a Santo Domingo, visitado en algún período por Violeta Parra y en donde tocaba tangos la orquesta de ciegos Forestal. Sin embargo, este criterio que asoma más bien en los sesenta y cuando el “barrio chino” original entraba en decadencia, difiere mucho de lo sugerido por otros autores como Osvaldo Rakatán Muñoz u Oreste Plath, testigos de las primeras décadas del mismo. Por esta razón, preferimos ceñirnos al espacio histórico de la bohemia de Bandera como principal referente territorial y gravitatorio.

En otro aspecto, de alguna manera el “barrio chino” debió ser también el resultado de la reunión de ofertas para nocherniegos y vividores atraídos con las tentaciones de carta y copa en un barrio honestamente popular, sin demasiadas caretas. El darwinismo comercial hizo lo demás, desarrollando los rasgos propios como la concentración de esa vida noctámbula que alcanzó para ser compartida en parte o intercambiada con calles como Puente, 21 de Mayo, Esmeralda, Rosas, Amunátegui y la ribera del lado chimbero.

Mientras no dejó de ser seducción para artistas e intelectuales, para nacionales y extranjeros, los económicos platillos suculentos de esas cuadras fueron sazonados con ambientes de espectáculos, bailables y música en vivo, si no eran tablas crujiendo bajo los pies de bailarinas con engreimiento de sensualidad exótica. Y agregaba Rakatán que “las fiestas de amanecida, las farras, los romances furtivos y las infaltables ‘mochas’ de curados, le imprimieron su más fiel fisonomía”, mientras que con “los ritmos como la conga, el cha-cha-chá y el tango pasamos muchas horas de inolvidable bohemia” en Bandera. El crítico incluía en la nómina de locales del barrio a los del sector esta calle con San Pablo, además, reforzando la convicción de que eran parte de un mismo sistema. Y todo esto sucedía desde “la época feliz de los años 20, los años del ‘Cielito Lindo’ y del ‘León de Tarapacá’”, señala el autor.

Con el inevitable avance comercial, hotelero e industrial aparejado de la actividad ferroviaria, entonces, se experimentó el apogeo del área paralela: la de entretención en todas sus formas, echando raíces gracias a la pequeña pero resplandeciente galaxia de emprendedores que llegaron a él con sus respectivas propuestas; visionarios de origen chileno, español, italiano, germano o árabe. Aferrada a aquellos reinos y titanes, logró resistir incluso a las crisis políticas y los graves efectos de la depresión en los años treinta.

Toda aquella combinación de condiciones ambientales, desarrollo, inversiones, artistas de espectáculos, público disponible y promesas de entretención acabó engendrando la actividad nocherniega de Mapocho, misma que después encontró nuevos reinos en la “Broadway Santiaguino” de calle Huérfanos, en la revisteril vía San Diego del pasado y en varios otros territorios de la clásica bohemia de la capital chilena.

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© Cristian “Criss” Salazar N. Los contenidos de este sitio están basados en las obras de investigación del autor tituladas "LA BANDERA DE LA BOHEMIA. Recuerdos de trasnoche en el 'barrio chino' de Mapocho" (Registro de Propiedad Intelectual Nº 2022-A-3489) y "LA VIDA EN LAS RIBERAS. Crónicas de las especies extintas del barrio Mapocho" (Registro de Propiedad Intelectual N° 2024-A-1723).

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